1. Eso me pasa por andar en bolas


    Fecha: 29/04/2019, Categorías: Voyerismo Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    ... golpea las palmas y, como no le respondí, golpeó el marco de la ventana con una pequeña cuchara. ¡qué necesita Enrique?!, le dije molesta por haberme sacado de mi trance femenino. ¡disculpe señorita, pero es posible que cortemos la luz en unos diez minutitos… es un rato nada más… es para poner un enchufe en el jardín!, explicó, sin saber que mis ojos estaban fijos en la pantalla, o al menos eso suponía. ¡no se preocupe, que ya la dejamos seguir viendo esas cositas!, agregó alejándose de la ventana, y enseguida oí las risas de los otros dos. Me daba igual si me descubrían, pero tampoco quería que me vieran mientras me tocaba. Pero el llamado de mi sexo descuidado fue más intenso y recurrente que todo con lo que pudiera especular. Así que seguí introduciendo mis dedos en mi vagina, rozando mis pezones chiquitos pero colorados de la excitación, y lamiendo mis dedos. Acariciaba mi rostro con mi olor a concha en las manos, y gemía cada vez más descontrolada, ya sin ponerle atención a la tele. De hecho, ni me di cuenta cuándo fue que los hombres cortaron la luz. Afuera el sol estaba radiante, aunque una brisa soplaba refrescando un poco a lo que ya era la siesta. De repente, siento unas manos en mis hombros. Enseguida giro para mirar, y casi me muero del susto al descubrir al más pendejo de los tres, descalzo, en cuero y ahora enredando sus dedos en mi pelo. Quise gritarle que se fuera, pero, como si se tratara de un pacto solidario, apareció el paraguayo ante mí. Éste se bajó ...
    ... el pantalón y peló una pija durísima, transpirada y con un montón de venas generando más tensión en sus nervios. Me agarró la mano que estaba adentro de mi bombacha y me la hizo tocar, apretar y sacudir. ¡dale chiquita, si te vuelve loca la pija… ya te vimos cómo te ponías mirando esas pelis cochinas, así que no te hagas la santita y pajeame!, dijo el hombre mientras el pibe me besaba el cuello y me amasaba las tetas. No sé si les pedí que me suelten. Pero estoy segura de que cuando forcejeé un poco para escaparme, el pibe casi me ahorca, y el paraguayo me aferró las piernas con las suyas. ¡mirá nena, no te vamos a obligar a nada, pero si estás calentita dejate llevar!, dijo el pendejo, ahora lamiendo mis tetas y haciendo que mi otra mano le apreté el bulto sobre su bermuda manchada con de todo. No podía negar que mis gemiditos eran consecuencia de un goce que me quemaba por dentro! Cuando el paraguayo me arrancó los pelos para que me agache, supe que mi boca tomaría posesión de su pija para mamarla, saborearla y succionarle hasta esos huevos acalorados. Me excitaba tanto oírlo jadear como los chupones del pendejo recorriendo toda mi piel. ¡qué rica guacha, tenés olor a limpita, a nenita con plata, y a que usás cremitas caras, no pendeja?, cuánto te salió esta bombachita?!, me increpaba el pibe sabiendo que no podía contestarle. La pija de su amigo extranjero me estaba volviendo loca! Mi paladar no quería dejar de endulzarme la vida con sus juguitos, con su textura, con sus ...
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