1. MATEO IV


    Fecha: 08/05/2019, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... éramos unos niños, nuestros cuerpos habían cambiado de manera notoria. Él era más alto y varonil, mientras que yo, delgado y de rostro casi femenino, traía loco a los activos en los boliches a los que frecuentaba de vez en cuando. Ambos nos complementábamos muy bien. —Toma asiento —dije acercándole una silla—. Abrí más las piernas y deja que yo me encargue de todo. —Me encanta, me encanta —susurró al momento que le vendaba los ojos con una camisa de él. Comencé a ponerle la crema en el pecho, cubriendo sus tetillas y dibujando un camino hasta el ombligo y desde allí continué bajando a la base de la verga, cubrí los pelos y en círculos fui rodeando todo el tronco, hasta el glande hinchado y cada vez más húmedo. Le gustaba tanta que no podía disimular su cara y se relamía los labios. El camino dulce llegó hasta los pies, pensaba volverlo loco. —No te olvides de las axilas. —Genial —dije—. Espero que te hayas dado una buena ducha. Coloqué crema en los labios de Luca, pase mi lengua sobre ellos y le di un beso suave y rápido. No dijo nada, el silencio lo cubrió todo. Lamí sus axilas peludas, arrancándole algún que otro pelito a propósito. Mi lengua recorría su torso duro como una roca, mientras él sonreía y se acomodaba a la silla esperando por más. Besé su abdomen, saboreando la dulce crema y limpié los vellos de la zona púbica. Eran largos y rizados, como a mí me gustaban. Devoré su verga de forma violenta, con cuidado de no rosarle los dientes. Él apretaba sus pies contra el ...
    ... suelo, excitado a más no poder. El pene se sacudía de adelante a atrás, cuando mi mano lo soltaba unos segundos. Se extendía hasta el ombligo, grueso y venoso y los huevos le colgaban como dos pelotas de golf, repletos de leche a punto de entrar en ebullición. Seguí besándole las piernas, los dedos de los pies y otra vez los huevos. Tome el pene con la mano y lo golpeé contra su vientre, reiteradas veces, mientras me atragantaba con sus sudorosos testículos. De pronto se vino en mi frente, y en tres poderosos disparos me había embarrado la cara y el pelo. Sujete sus gambas con fuerza y limpie el pene desde los huevos al glande. El tronco fibroso fue perdiendo dureza hasta caer rendido. Le desanude las vendas y esperé su veredicto. —Creo que estoy enamorado —se atrevió a decir—. En serio, fue increíble, perdí movilidad en las piernas y no pude ni avisarte que me iba a correr. Nunca largué tanto semen en mi vida. —Nada mejor que la previa al sexo para el mejor de los orgasmos. —¿Te gusta mi hermano, no? —preguntó inesperadamente. No supe qué decir ni entendí a qué venia todo esto. ¬—Por eso el viaje, yo sería una especie de pantalla —continuó con una expresión entre rabia y tristeza—. Un viaje solo entre ustedes dos sería sospechoso, por no decir evidente, entonces pensaron en mí. Y yo que creí que mi hermano quería pasar más tiempo conmigo. —Estás equivocado, entre tu hermano y yo no paso nunca nada. —No importa, no es que te reproche nada, pero no deberías ilusionarte con él ...