Mi secretaria madura
Fecha: 14/05/2019,
Categorías:
Hetero
Autor: tajin, Fuente: CuentoRelatos
... sola cerca de la oficina y los fines de semana los pasaba con su padres, que tenía poca relación con los demás integrantes de la oficina porque eran pocos los que regresaban por la tarde y para concluir: - Quisiera preguntarle si hay alguna indicación acerca del tipo de ropa que debe uno traer a la oficina. - que yo sepa no, ¿por qué? - Es que el anterior jefe me pidió que vistiera de traje sastre y sólo los viernes podía usar cualquier tipo de ropa, incluso jeans, así que hoy aproveché para descansar del traje y usar la ropa que me gusta. - No tengo ningún problema, además tengo entendido que por las tardes no vienen clientes ¿es así verdad? - Si, es extraño que venga alguien ajeno por las tardes. Oiga, otra pregunta ¿puedo seguir usando el perchero de su oficina? Es que no puedo tener mi chamarra y mi bolsa afuera encima del escritorio. - Por supuesto, no tengo ningún problema con eso. - Ay muchas gracias ¿tiene alguna indicación? - No, por ahora no, estoy empapándome de los asuntos, si hay algo yo le llamo. - Muy bien, voy a poner mis cosas en el perchero, dijo, se levantó, se quitó la torera y dio la vuelta para colocarla en el perchero que estaba al otro lado de la oficina, colocó su bolsa también ahí. Nuevamente pude disfrutar de sus hermosas nalgas en las que se marcaba tenuemente unas líneas de una pequeña braga. Regrese a lo mío y más tarde la llamé para solicitarle unos folders. Entró a mi oficina - Voy a mostrarle donde guardo la papelería para cuando necesite ...
... algo. Se dirigió a un archivero que estaba a la izquierda de mi mesa de trabajo y se agachó para abrir el cajón de abajo, un perfecto corazón se presentó frente a mí, en verdad era un culo estupendo, así estuvo enumerando lo que había en ese cajón, volteando hacia mi cada que mencionaba los tesoros que habían en el cajón. No podía separar los ojos de ese espléndido culo, cuando terminó, se incorporó y se acomodó la blusa jalándola hacia abajo, marcando las tetas por debajo de la tela de su blusa. Terminada su jornada, entró a despedirse, se colocó la torera, tomó su bolsa y rodeó mi escritorio para darme un beso en la mejilla. Así transcurrieron varias semanas, de lunes a jueves con pantalones entallados, vestidos sueltos largos, blusas ajustadas y los viernes con jeans y camisetas, siempre con zapatos de tacón, botas o botines, siempre despampanante. Sinceramente desde que la conocí tuve la idea de cogérmela, me veía acariciando su culo, besando sus tetas, metiéndole la verga entre esas espléndidas nalgas. Y pues, llegó la oportunidad. Durante varios días preparamos un documento para un cliente importante, una cartera que estaba en manos de otro despacho y que había acudido a nosotros con la intención de dárnosla. El miércoles era la presentación definitiva, así que el martes le dedique todo el día haciendo correcciones, ensayos, puliendo la presentación. Y llegó a la misma hora de siempre, no había yo salido a comer, así que se ofreció a pedirme una ensalada y un té. Dieron la ...