1. La isla de los placeres mortales


    Fecha: 20/06/2019, Categorías: Otras Categorías, BDSM Autor: reneamo, Fuente: CuentoRelatos

    ... conservaba celosamente su privacidad, lo cual agradó más aun al francés anotando esta un plus más para poder calificar a este selecto grupo de mujeres. El espectáculo carecía de categoría, inclusive para los menos exigentes, que esperaban en algún momento, un lance excepcional en el que pudiera tener alguna lucidez la rutina escénica, como era la ocasión cuando acordaban entre ellas, quien sería la ganadora, donde las más avezadas practicaban algunas rutinas previas de artes marciales, con lo que aportaban cierta calidad a la función, como para poder entusiasmar al “respetable” público. Mientras tanto los espectadores abucheaban los decaídos movimientos de la contienda, más aun cuando la inhábil rubia con fingidos gritos hacía aun más fallido y tedioso el espectáculo, cada vez que se producía una simple embestida sin mayores consecuencias. Al cabo de algunos momentos la morocha advirtió la disconformidad del público, y tomó la iniciativa, haciéndole una zancadilla a su rival, a la vez que la tiraba fuertemente del corpiño, o lo que semejaba serlo, arrancándoselo y lanzándola al suelo, quedando expuesta desde la cintura hacia arriba, lo que produjo las risotadas y un renovado estimulo entre los asistentes, que era lo que quería conseguir la joven y astuta morena. Pierre Dupont en el night club La que ahora yacía en el piso con los pechos desnudos, muy molesta y con una mirada hosca, increpó airadamente a la chica del bikini rojo que la había arrojada sobre la alfombra: ...
    ... -¡Estúpida!... ¡Rompiste mi atuendo!… ¡Te haré pagar por esto!, a lo que la otra parada firmemente sobre la verde alfombra le expresó burlonamente: -¡Vamos!, entonces por de pronto, empieza levantándote,… porque desde el suelo no creo que puedas hacer gran cosa,… ¡Perdedora!, terminó diciendo la morena, para después soltar una risita, confabulando con él público y buscando la aprobación de este, que ya seducido, aceptaba la moción de la hembra dominadora que poniéndose a horcajadas sobre su inhábil antagonista reía burlonamente, satisfaciendo de esta forma las groseras y obscenas solicitudes de los asistentes. Una vez sometida a su caprichosa voluntad, la morena empezó con vulgares meneos pélvicos adelante y atrás, mientras tenazmente inmovilizaba a la rubia, tomándola por las muñecas, comprimiéndole entre sus musculosos muslos, la cintura y las costillas de la vencida, en una exhibición de abusiva superioridad, con abiertas intenciones de producir otras febriles sensaciones en la mente de algunos espectadores, lo cual iba más allá de un mero show de erótica fantasía como se suponía que era. Si bien las reglas eran las básicas, entre ellas; no agarrar ni tirar del cabello, tampoco los golpes de puño, ni usar los dedos y uñas para atacar los ojos, la nariz, o la boca, además de otras cavidades, sin embargo, podían las más experimentadas prescindir de estos recursos, usando tácticas que parecían ser lícitas como; arrojar a la rival contra el piso o a los barrotes perimetrales, ...
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