1. Eventos de mi vida 4. Parte II Matina: Mi primera vez como receptivo


    Fecha: 25/07/2019, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... demás pues las supera, es la sensación quemante que producía la fricción de su miembro en la piel de mi ano al entrar y salir con frenesí. En reflexiones posteriores concluí que cuanto más tarda un amante en llegar al orgasmo, si solo se lubrica con saliva y no con la sustancia adecuada, mayor es la irritación quemante y el escozor que produce, pues la fricción evapora la saliva y luego de unos momentos es un roce de piel con piel. En aquel momento la emoción fue ambivalente: por una parte quería que ya terminara y se detuviera, por otra, que siguiera estimulándome con toda su intensidad. La fricción generaba un calor irritante, tan doloroso como igual de placentero; hubiera querido no sentir el dolor de la quemadura, aunque si lo delicioso de su miembro al entrar y salir, produciendo ese calor enervante. Paradójico ¿No? Hoy sé que puede evitarse el dolor untándose ambos un poco de gel al agua, el cual permite sentir el calor de la fricción, sin que haya irritación ¡Felicidad pura! Por último, tuve la sensación de pertenencia, a la vez que yo era suyo él era mío. Me hizo suyo mediante la penetración y yo lo hice mío al adueñarme de su esencia, de lo mejor de sí mismo, de su semilla, en el momento en que la vertió en mi interior. Cuando el orgasmo le llegó se aferró a mis hombros, metió con fuerza su miembro, lo más adentro que pudo llegar y se mantuvo empujando durante toda la eyaculación, empujaba tanto que me pegaba su pubis a las nalgas como lapa, como si me quisiera ...
    ... meter también sus testículos. Sentí las convulsiones de su cuerpo al eyacular, en cada una hacía una especie de arco y metía, como si más fuera posible, su miembro; sus manos seguían engarfiadas a mis hombros con tal fuerza que empezaban a causarme dolor. Al cesar sus contracciones, segundos después lo sentí salir de dentro mío, aún erecto. Estuve a punto de protestar y decirle que lo metiera de nuevo y lo dejara dentro un ratito más, pero no me atreví. Enseguida sacó una pierna de entre las mías, luego la otra, se bajó de mí y se recostó a mi lado. Ahí yo tuve un problema: él tuvo su orgasmo y quedó satisfecho, yo seguía erotizado y con el deseo de seguirlo sintiendo dentro; sin embargo, entendí que eso ya no sería posible, lo más seguro era que se le hubiera puesto flácido, me dejó con ganas y tuve que aguantármelas como los meros machos o mejor dicho ¡Como las meras hembras! Poco a poco la calentura se me fue bajando y poco después oí los leves gorgoteos de sus ronquidos, aunque ciertamente ronca muy suavecito. Ya con él dormido, no tenía que fingir, me vestí y me recosté en el sofá, aunque ya no pude conciliar el sueño, cuando por la ventana empezó a filtrarse la claridad del alba, me levanté y en silencio, me puse los calcetines y zapatos e intenté escabullirme en la penumbra de la sala, pero de alguna forma me oyó y fue tras de mí, poniéndose el pantalón en el camino, a saltos, me alcanzó antes de abrir la puerta de la calle, tomó mi brazo y me pidió que no me fuera, que me ...