Heil mama (Cap. 4)
Fecha: 23/08/2019,
Categorías:
Incesto
Sexo en Grupo
Autor: DocJoliday, Fuente: CuentoRelatos
... coger aire, con babas cayéndole por la barbilla. Había comenzado a sudar y todo su cuerpo brillaba, suave y bronceado. En ese momento Fonso entró en acción, con su habitual mirada somnolienta y sonrisa sádica. Se arrodilló frente a ella y le quitó la falda, que ya tenía enrollada en la cintura, dejándola desnuda salvo por los zapatos. Sacó su miembro, mucho más delgado que el de Chechu pero más largo, y frotó la punta contra su vello púbico, bajó hasta los pliegues de su raja, tan mojada que ya había manchado el colchón, y le dio golpecitos en el clítoris. Mi tía abrió más las piernas, levantando los pies del suelo. Fonso le puso las manos en los muslos para sujetárselas y moviendo el cuerpo buscó con la punta del rabo la estrecha entrada a su cuerpo. Estaba a punto de clavársela cuando Román le puso la mano en el hombro y le empujó un poco hacia atrás. —Echa el freno, Magdaleno. Yo primero. Fonso asintió y se apartó sin rechistar. Siempre que nos follábamos a una tía entre los cuatro, nuestro líder debía ser el primero en meterla en cualquiera de los orificios. Mi tía saboreó una nueva polla, la de Fonso, mientras masturbaba a Chechu con las dos manos. Se quedó quieta, se estremeció y soltó un largo gemido cuando Román la penetró con una estocada rápida y profunda. Cuando comenzó a bombear, agarrándola por las caderas, mi tía me buscó con la mirada, sonriente. —Ay... Tu amigo me está follando, Paquito... ¿no vas a... uuufff... decir nada? —me dijo, con la voz temblorosa ...
... por las embestidas. Me eché a reír pero no dije nada. Ella tampoco pudo seguir hablando, pues las trancas de Chechu y Fonso buscaron su boca y estuvo ocupada un buen rato alternando entre una y otra, girando la cabeza a un lado y otro para chupar la de uno mientras pajeaba la del otro. Román la embestía cada vez más rápido, con fuertes y rápidos golpes de cadera. Al cabo de unos minutos las largas piernas de mi tía temblaron, arqueó de la espalda y dejó de mamar. Puso los ojos en blanco, gritó y se estremeció de pies a cabeza. —¡Joder! ¡Diooossss! —exclamó, entre profundos jadeos. Román se la sacó y se apartó un poco, justo a tiempo. Un potente chorro de fluidos brotó del coño palpitante y empapó a mi amigo. Ella se retorcía de gusto, se frotó muy deprisa el clítoris con la palma de la mano y otro chorro, menos abundante, salpicó el colchón y el suelo de la furgoneta. Por aquellos años yo no conocía la palabra “squirt”, aunque no era la primera vez que veía a una mujer correrse de esa forma. —Me cago en la puta... Pareces un aspersor, perra —dijo Román, quien se quitó la camiseta y se secó con ella. Todos nos reímos. Incluso Merche intentó sonreír, aún aturdida por el éxtasis del tremendo orgasmo. El líder no le dio tregua. La agarró del pelo y la hizo ponerse a cuatro patas sobre el colchón. Desde mi posición, pude ver las duras nalgas alzadas sobre los muslos húmedos y el asterisco rodeado por sensible piel rosada que era su ano. Román escupió en el ojete y se lo trabajó con ...