Mi primo Enrique (parte 1)
Fecha: 16/11/2017,
Categorías:
Gays
Autor: aidan, Fuente: CuentoRelatos
... de decepción. Le dije: - Espera un momento Fui a mi habitación y traje un tubo de crema y un consolador de látex, de color oscuro y tamaño mediano. Pensaba que para una primera vez sería lo más oportuno. Además, a pesar de mi excitación, no quería encularlo tan pronto. Cuando se lo mostré a Enrique se quedó boquiabierto. No se había enterado de que existían estos artilugios. - ¿Me lo vas a meter por el culo? - Pues claro, guapo, vas a ver lo bien que te sienta Volví a ponerle a cuatro patas, me unté el dedo con lubricante y se lo pasé lentamente por el contorno de su ano rosado. Enrique se estremeció al notar el frescor. Me puse más crema y le introduje todo el dedo sin dificultad y empecé a moverlo circularmente. Me encantaba notar el calor interior del muchacho, que abría ansiosamente su esfínter. - Haz presión hacia afuera, como si fueras a cagar Y entonces introduje otro dedo. Enrique gimió de gusto. Cuando le hube acostumbrado a mis dedos, le anuncié: - Ahora va en serio Apoyé el capullo de látex a la entrada de su ojete. Presioné firme y suavemente para introducir el glande y lo dejé unos momentos para hacerle sentir el culo ocupado. Me excitó ver su piel tan fina y rosada invadida por el consolador negruzco. Con una mano me dediqué a pajearlo mientras con la otra le iba introduciendo el pollón y lo movía circularmente antes de darle el movimiento de vaivén entrada-salida. - ¿Cómo te va? - De maravilla ... nunca había sentido algo así ... métemelo más, más ... No me ...
... hice de rogar y se lo hundí completamente. Enrique se retorcía de placer. Le masturbé con más fuerza y en seguida noté que se corría abundantemente. Yo le presionaba la polla de látex para que no se le escapara hasta que acabó de correrse y entonces se la saqué y la olí. Enrique se tumbó exhausto en el sofá. - ¡Ha sido genial, Miguel! - Me alegro. Ahora límpiate y ve a acostarte. Y mañana ya sabes: la mía. Pues no pude esperarme hasta mañana. Dormí intranquilo y hacia la madrugada me desperté con una erección fortísima. Oí la respiración de Enrique en la habitación de al lado y no resistí más. Me levanté y me dirigí hacia la cama de Enrique. Alcé la sábana. El chaval dormía desnudo, plácidamente. Me tumbé a su lado y apenas se movió. Mi verga tiesa, puesta junto a su culo, se insinuaba en dirección a su ojete. Le levanté una pierna y apoyé el glande a la entrada de su ano. Enrique se movió ligeramente y murmuró: - ¿Eres tú? ¿Qué pasa? Me apreté contra su cuerpo caliente, inmovilizándolo con los brazos, y presioné con mi capullo para abrirme un camino en su interior. Mi verga forzó la entrada de su ano sin encontrar apenas resistencia. Muy lentamente se introdujo del todo. Fue una sensación impresionante. Había follado decenas de culos, pero nada como éste. Parecía hecho exactamente a mi medida; aterciopelado, jugoso, caliente, suave, con el punto justo de presión ... Empecé a moverme dentro de él, poco a poco al principio, acelerando luego ... y perdí el control, un vértigo de ...