EL VIEJO QUE MÁS ODIABA ME COGIO
Fecha: 30/05/2019,
Categorías:
Gays
Tus Relatos
Autor: Alex, Fuente: RelatosEroticos-Gratis
... frente el cafetín donde usualmente nos reuníamos los compañeros entre clases, el bajaba el vidrio del lado del pasajero para vernos y yo volvía a sentir esa mirada que me desnudaba y me hacía sentir inquieto. Mientras él iba pasando, no dejaba de sentir esa aquella mirada. Me había dejado algo inquieto, notaba como se me estremecía el cuerpo, cada vez que sentía aquellos ojos clavados en mí. Nunca me dirigió la palabra, solo me miraba con lujuria y deseo y me sonreía. Yo volteaba la cara para no verlo, aunque sentía su mirada desnudando mi cuerpo, sentía escalofríos.
Pasaron dos años y lo mismo, yo me fui haciendo un poco mayor, no crecí en estatura, pero mi trasero se hizo más prominente, mis gestos, mis movimientos, mi tono de voz, mi modo de caminar seguían siendo muy femeninos, seguía virgen, solo me hacía unas cuantas pajas sin pensar en nadie en particular.
En una ocasión, teníamos que hacer un trabajo de grupo y este hombre fue asignado a supervisarlo. Teníamos que darle un seguimiento cada semana hasta terminar el trabajo de grupo y entregarlo.
Yo no sé si fue adrede o por mala suerte, pero mis compañeras me eligieron para que le entregara el avance a este hombre ese fin de semana, que ya le habían dicho a él que sería yo quien lo entregaría, que él les había dicho que se lo llevara su casa ese sábado a las 9.00 am. Me molesté mucho, ya que no quería tener nada que ver con él, pues la forma en que me miraba con deseos de desnudarme y con seguridad poseerme me ...
... inquietaba, pero no tenía opción.
Me dieron las indicaciones de cómo llegar a la residencial donde él vivía y entregarlo. Yo era un ramo de nervios, no quería ir, pero tuve que hacerlo.
Llegué a la residencial que era “Cerrada, en la caseta de entrada me detuvieron, llamaron por teléfono a su casa para autorizar mi entrada y me dieron direcciones de cómo llegar a su casa.
Todas las casas que habían allí eran de lujo. Llegué a la de él. Nunca había visto una casa tan grande y lujosa, era enorme. Solo la fachada de enfrente medía como 40 metros de largo.
Tímidamente toqué el timbre, salió una empleada vestida de negro con un delantal blanco, le dije quién era y me dijo ya lo están esperando.
Entré a la casa pasé por el vestíbulo, a la sala principal llena de muebles muy finos y elegantes, las paredes con muchos cuadros de pinturas clásicas, dos puertas grandes estilo francés, que daban a un patio inmenso.
La empleada me dijo sígame por favor, me llevó al jardín con muchas plantas florales, muy lindo, muy bien cuidado, muy limpio.
Ahí en el centro, había una mesa redonda cubierta con un mantel blanco y tres sillas. A la par había otra mesa pequeña rectangular donde había un pichel de cristal con jugo de naranja, una cafetera, tazas, unos panecillos y cubiertos de plata, todo muy elegante, yo me sentía intimidado. Me dijo el señor ya viene ¿le sirvo algo? Si, un poco de café dije.
A los pocos minutos por una de las puertas francesas apareció este hombre, vestía un ...