El infierno de Rosita
Fecha: 22/11/2017,
Categorías:
No Consentido
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... nos pagás? — Señor yo siempre fui… — …Acostándote con nuestro hijo. Así nos pagás. Ella se quedó petrificada, no tenía idea de cómo el señor Eduardo se había enterado, pero así era. Le dieron ganas de llorar, pero de repente se dio cuenta que la situación no era tan mala como creyó en un principio. Ahora que el patrón sabía la verdad, o mejor dicho, parte de ella, Rosa podría contarle todo lo que Mariano le había hecho. El señor Eduardo era buena persona, y seguramente, a partir de ese momento la protegería. — Pero yo no quería. — se apresuró a decir. — él me obligaba. —No me hagas reír. —contestó el patrón. —¿Qué querías? ¿Embarazarte? — No señor, le juro que yo no quería… — Callate Formoseña puta. — le gritó. Rosa se sorprendió, él no era así. Pero entonces se dio cuenta de que en realidad nunca lo conoció, que lo que ella veía de él solo era lo que Eduardo quería que viera, pero en el fondo, era igual a su hijo, o mejor dicho, Mariano era igual a su padre. Sus temores se confirmaron cuando el patrón se puso de ...
... pie, dejando ver, sin ni un poco de pudor, la enorme erección que empinaba su pantalón. — Y yo que pensaba que eras una chica decente. — le dijo, mientras se acercaba a ella — Pero no sos más que otra putita del campo. — No señor, le digo que no quería — le dijo Rosa. Las lágrimas recorrían su mejilla. Pero el patrón, siempre tan gentil y amable, la agarró de los pelos, estirando el cuero cabelludo, y con la otra mano se bajó el cierre del pantalón, sacó su verga durísima, y se la hizo tragar. Rosita, resignada, mamaba como sabía hacerlo. El patrón gozaba mientras ella lengüeteaba el glande colorado. Estaba a punto de venirse cuando una oleada de rabia e indignación poseyeron a Rosa. Y entonces mordió. Con toda las fuerzas de sus músculos y de su alma. Mordió, y cuando escuchó el grito desgarrador mordió de nuevo, sintiendo como la piel se abría y sangraba. Y río como una loca mientras el patrón se retorcía en el suelo con las manos en la verga, mientras ella enseñaba los perfectos dientes blancos pintados de rojo. Fin.