Cuarentena. El estudiante hambriento
Fecha: 11/05/2020,
Categorías:
Gays
Tus Relatos
Autor: Fernando, Fuente: RelatosEroticos-Gratis
... verga !... Tómala, es toda tuya !..."
- "Aaarggg..., aaarggg...", yo no podía hablar, sólo gemir y gemir. El estudiante negro me estaba dando por el culo con todas sus fuerzas, y yo sentía que con cada golpe de su pelvis me abrasaba entero, sus huevos chocaban contra mis nalgas con tanta fuerza que podía oirlos como sonoras y cachondas bofetadas. El ritmo se convirtió en frenético, al tiempo que aumentaron las obscenidades que me susurraba al oído acompañando sus arrematidas.
Esa lascivia verbal me calentaba aún más. Le pedía que me diera fuerte, más fuerte, que me poseyera, que era todo suyo, que mi culo, mi verga, mis bolas... y todo mi ser le pertenecían.
- "La sientes ?", me preguntaba una y otra vez, "Sientes mi polla dura en tu culito ?... Aahh... Aaahhh...", salía de su boca cada vez que me bombeaba. Ya lo creo que la sentía ! Estaba en la gloria, y quería que no terminara nunca.
- "Me voy a correr...", casi me gritó sacudiendo mi culo como un pistón a un cilindro, a toda velocidad, acelerando y llegando a lo más profundo de mí.
- "No te salgas, por favor...", le dije, entrecordatamente, "quiero sentirte dentro... quiero que te corras en mi culo... lléname con tu leche, mi amor..."
Y aceleré el ritmo de mi mano sobre mi propia verga, intentando venirme al mismo tiempo.
- "Aaahhh... aaahhh... cabrón, que ...
... rico culito tienes...", jadeaba, mientras las gotas de sudor recorrían su cara y pecho.
En ese momento, sentí que su polla se tensaba, presionando mi esfinter, y a continuación el primer trallazo de semen inundándome por dentro. Casi al mismo tiempo, mi verga disparó un cañonazo de leche contra mi pecho. Con cada una de sus embestidas notaba un latigazo de su semen caliente en mi interior. La sensación de estar corriéndome sobre mi vientre mientras él me llenaba con su leche el interior de mi culo, me hacía gemir como un loco, convulsándome con cada chorro que brotaba de nuestros sexos. El culo me ardía deliciosamente, dentro de mí sentía el calor de la lava de un volcán inundándome todo.
Después del último estertor, mi amante negro se dejó caer sobre mí, suspirando y buscando mi boca con la suya. Yo bajé mis piernas poniéndolas rectas y abiertas, con él en medio. Le abracé, tratando de sosegar mis latidos, de bajar mi ritmo cardiaco y de recuperar la respiración. Fue un momento de pura extenuación por el placer vivido. Estuvimos así un buen rato, hasta que la erección del macho negro fue bajando y él se salió de mí. Me miró, con las dos manos sujetó mi cara y me besó. Me besó largamente, hasta que nos quedamos dormidos. Estábamos exhaustos tras esta magnífica sesión de sexo. Tan inesperada como deseada por los dos.