¡Mi hermana, mi mujer, ufff!
Fecha: 10/09/2017,
Categorías:
Incesto
Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos
... desprendió de la prenda, de las prendas. Gloria la agarraba del culo, le daba la vuelta, le hacía arquear obscenamente el cuerpo para mostrarme su vulva, irritada, enrojecida. Le acarició palpando la entrada de su vagina. ¡Dios, qué dilatada estás! La tenía gorda, ¿eh?- Ana no le respondía en voz alta, susurraba, para que no le oyera ¿Cuántas veces te has corrido, dos, tres, cuatro? Ana sonrió, me miraba de reojo. Gloria le metió dos dedos en el coñito, lo hizo suavemente pero con determinación. Ana cerró los ojos y suspiró. Parecía intentar separarse pero sin ninguna convicción. Los dedos de mi mujer desaparecieron limpiamente en la rajita de Ana y empezaron a jugar dentro. Al tiempo, con el pulgar frotaba suavemente el clítoris de mi hermana. Ana se quejaba en una mezcla de dolor y de placer, ponía su mano sobre el pubis, intentando alcanzar ella también sus labios vaginales, un territorio ya ocupado, las dos manos con el mismo esmalte de uñas se confundían una con otra mientras danzaban alrededor del bellísimo monte de venus de mi hermana, apenas poblado por un minúsculo residuo de vello fino y dorado que brillaba ya húmedo bajo la amarillenta luz de la habitación. Te gusta. Sí. Hueles a él, se ha corrido en tu cara. Si. Gloria pasó su lengua por las mejillas de Ana, por el cuello, la besó, mordió sus labios. La boca de mi hermana intentaba salir a su encuentro, siempre tarde, persiguiéndola a través de su propia cara. Al final se enzarzaron en un beso profundo que duró ...
... varios minutos, sus lenguas trabajando intensamente, separándose apenas unos milímetros para poder respirar, para reírse. Los cuerpos de ambas estaban tan pegados entre sí como sus caras. Los pechos de Gloria se estrellaban contra los de mi hermana apartándolos a un lado, mostrando quien era la más fuerte, las caderas de ambas parecían fundirse mientras dos pares de piernas buscaban la posición adecuada para un abrazo imposible. ¿Por qué le has atado? Me lo ha pedido él. Me ha dicho que si no lo hacía esta misma noche te violaría. Ana se rió alegremente. El chochito de Gloria se frotaba contra el suyo. Mi mujer había elevado ligeramente una de las piernas de su cuñada e imitando el movimiento de pelvis de un hombre la embestía entre risas. Yo le he dicho que en las condiciones en que se encuentra no sería capaz de violar ni a una muñeca Barbie, pero...¡ya ves!... Ha insistido... Ha hablado del fantasma de la electricidad que le ayudaría en el momento de la verdad. ¿El fantasma de la electricidad? Recuerda canciones de la infancia, no le hagas caso.. ¡Pobrecito! Pobrecita yo que me tiene a dos velas. Mira como estoy.- Gloria llevó la mano de Ana a su vulva. La tenía empapada, podía oír desde aquí el sonido de su flujo vaginal chapoteando entre los dedos de mi hermana. Pero esta no parecía muy convencida. Yo creo que esta humedad es mía, no tuya, guarra. ¿Cómo podría convencerte? Hicieron un sesenta y nueve. Ana chupaba los labios de mi mujer como si quisiera extraer todo su ...