¡Mi hermana, mi mujer, ufff!
Fecha: 10/09/2017,
Categorías:
Incesto
Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos
... bragas rosas, sencillas como a ella le gustaban, con un borde de florecitas. Eran pequeñas, flexibles, metí mis manos entre la tela buscando su rajita, no estaba húmeda, pero sí caliente, sentía como si mi mano se quemase al contacto con aquellos labios turgentes, depilados, recientemente, quizás ayer, con ese culo, redondo, ancho y perfecto. Gloria te ha enseñado como depilarte, ¿eh? Eso es que quiere comerte bien, no dejar ni un milímetro de tu coño sin humedecer por su lengua. Eso es lo que te gusta, ¿verdad? Pero tengo que darte una mala noticia, hermanita, hoy te toca rabo.- La levanté violentamente agarrándola del culo y llevándola en vilo busqué la pared más cercana para apoyarla allí. Una vez que su espalda estaba pegada contra la pared seguí izándola hasta que mi cara estuvo a la altura de su pubis, entonces pasé sus piernas por encima de mis hombros y alzando mis manos para alcanzar sus pechos comencé a comerle el coño. Mi lengua inició su trabajo deslizándose por la parte de la vulva más cercana al muslo, luego seguí mordiendo los labios mayores, luego mi nariz se enterró junto a su clítoris mientras la lengua separaba con violencia los pequeños pliegues sonrosados que se cerraban sobre su vagina. El olor a hembra de mi hermana acabó por activar todos los resortes de mi cuerpo. Noté como mi verga se tensaba sobre el slip, como el pantalón parecía a punto de estallar ante la descomunal erección. Ana sollozaba suavemente o quizás gemía, no sé; había dejado de ...
... arañarme, hacía un momento había visto un pequeño hilillo de sangre bajar hasta mi pecho mientras acomodaba los muslos de ella sobre mis hombros. No sentía dolor ni escozor, sólo el aroma embriagador de mi hermana, como su rajita se dilataba y su vagina se abría poco a poco como una flor. Creo que estuve mucho tiempo así, no recuerdo cuanto, estaba como en trance, hasta que de repente mis manos que magreaban sin descanso su tetas, que dibujaban una y otra vez el círculo de sus areolas toparon con la erección de los pezones de ella, que emergieron como un resorte. Comencé a pellizcarlos, los agarraba y los agitaba como bolsas de azúcar para el café. Casi al instante el líquido vaginal de mi hermana comenzó a derramarse como una fuente. Sentí sus manos sobre mi cabeza agarrándose a ella, sentí su voz temblorosa Te hago una mamada y te vas. No le contesté, su clítoris había cobrado vida y comencé a succionarlo. Noté como Ana se alteraba. Sus braguitas se habían convertido en poco más que un cordón retorcido y empapado. Con mis dientes lo arrastré y lo enterré en la rajita de mi hermana mientras mi lengua golpeaba su pequeño botoncito. Incrementé el ritmo, los hilos con su flujo vaginal caían pesados sobre mi pecho recorriéndolo por entero, colándose por mis pantalones hasta llegar a mi polla en un viaje casi programado. Déjame que te la chupe y te vas, por favor, Dani. Por favor... Creo que no pudo terminar, la voz se le ahogó un poco y empezó a gemir cada vez más fuerte. Introduje el ...