¡Mi hermana, mi mujer, ufff!
Fecha: 10/09/2017,
Categorías:
Incesto
Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos
... me ves las lágrimas? Serás... Volvieron a romper a carcajadas. ¿Entonces no funciona? No si funcionar funciona- la voz le temblaba- es que lo tengo desconectado... No podían seguir hablando, se estaban muriendo de risa, cuando una empezaba a decir algo la voz se le rompía enseguida, y se paraba, y se ponía a hipar. No sabía con seguridad cuál era el tema de conversación, pero aquello me estaba dejando todavía más inquieto. Luego entraron los niños y poco después llegó mi madre a la que desde luego no parecían incluir en sus confidencias y entonces mi hermana nos llamó para comer. La ensalada era sencilla pero abundante y comimos con ganas. Mi madre me preguntó por las puertas y le expliqué que me llevaría algunos días terminarlo. Gloria y Ana me miraban con curiosidad y atención mientras explicaba los motivos por los que las puertas no encajaban en sus marcos. De vez en cuando se miraban y sonreían. La noche llegó enseguida y con ella el momento de pasar nuestra primera noche allí. Cuando entré en la habitación Gloria ya se había quitado la ropa. Llevaba puesto un camisón transparente, color champán y me daba la espalda sentada al borde de la cama. Al principio no reparé en lo que hacía pero su movimiento inclinándose hacia delante la delató, estaba poniéndose unas medias. Por un momento imaginé a mi hermana recostada al otro lado de la cama, el mismo lugar en el que había estado acostada unas horas antes, pero no fui capaz de mantener esa imagen mucho tiempo en la mente. A ...
... unos centímetros mi mujer se recostaba con los codos hacia atrás y elevaba primero una pierna hacia el techo de la habitación la giraba levemente la miraba con atención comprobando el efecto, y luego repetía la operación con la otra. Llevaba zapatos de tacón y el tejido negro semitransparente de la media estilizaba sus preciosos muslos, las rodillas, esos tobillos... De repente se incorporó sentada de nuevo al borde de la cama y se levantó el camisón, No llevaba braguitas pero si un liguero de encaje, lo ajustó a las medias y una vez satisfecha con el resultado comenzó a acariciarse por encima de las prendas. Yo estaba enormemente excitado. Hola, cariño- me dijo sin volverse- ¿Llevas mucho tiempo ahí? Yo... ¿Por qué no cierras la puerta? La obedecí, sin hablar. Ella seguía acariciándose, muy lentamente, sin mirarme, parecía esperar, con toda la paciencia del mundo, como se espera que el tiempo convierta una piedra en polvo. Yo bordeé la cama, notaba una enorme presión en los pantalones que me empezaba a hacer difícil caminar con un mínimo de dignidad. Pero llegué hasta ella. Hola, cariño, ¿vas a dormir conmigo esta noche? Sí. ¿Sólo dormir? La levanté por las axilas y la apreté contra mí. Eso le gustaba, juntó sus caderas a mi pelvis y comenzó a besarme el cuello, a mordisquearme la oreja. Luego se separó bruscamente, el espacio que permitían nuestras manos unidas, se giró y volvió a juntarse conmigo. Esta vez era su culo el que aplastaba mi miembro. Eso también la encantaba. ...