"Mi tio abuelo sureño cumple mi sueño"
Fecha: 06/01/2018,
Categorías:
Incesto
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
Desde preadolescente, Diego sintió un fuerte deseo sexual hacia el hermano de su abuelo, el señor Enrique, un religioso y varonil hombre sureño. Ya adulto, la fantasía que anheló por tantos años se hará realidad gracias al alcohol y sus dotes seductores. Diego era un joven normal, no muy alto (1,65), corpulento, velludo, de apariencia timida y amable. A sus 20 años, todavía seguía virgen, y esperaba la oportunidad de tener su primera vez con una chica. Se consideraba heterosexual con ciertas tendencias bisexuales, pues gustaba de ver a hombres maduros gordos y peludos follando a chicos delicados en internet. Y es que los hombres maduros eran su debilidad. Cuando empezó su desarrollo sexual, a los 13 años, lo primero que le gustó ver eran viejos teniendo sexo con jovencitas (sobretodo si era anal). Todo era parte de una fantasía, hasta que ese deseo se giró hacia una persona en particular. Diego era de Santiago de Chile, y todos los veranos viajaba con su familia a la casa de playa de su abuelo paterno, en la sureña localidad de Lota. En aquel pueblo, vivían varios familiares suyos, entre ellos, el tío Enrique, hermano de su abuelo. Enrique era un caballero de unos 68 años en esa época, canoso, bajito (1,55 de estatura aproximadamente), panzón, velludo, de espalda gruesa, rostro tosco, un ojo colorado. Era un señor muy alegre, religioso y amoroso, que visitaba constantemente la casa de veraneo para tomarse unas copas con su abuelo, y para hacer constantes arreglos para ...
... mejorar la casa. Cuando era pequeño, a Diego le desagradaba un poco este hombre ya que tenía muy poca higiene personal, y tenía costumbres asquerosas como no tirar la cadena, no lavarse los dientes, rascarse el trasero y escupir. Sin embargo, ese verano de su despertar sexual, algo en la imagen de aquel grotesco viejo le empezó a llamar la atención. Si había algo que principalmente le excitaba en este despertar sexual era la rudeza varonil. Diego se masturbaba frenéticamente con videos de hombres gordos, peludos y asquerosos follando chicas tetonas y culonas, mientras más gordo o más peludo mejor, y renegaba las pornos donde el hombre era lampiño y con cuerpo trabajado. Cuando se dio cuenta que este fetiche coincidía con la descripción de su tío abuelo, comenzó a mirarlo con otros ojos. No fue sino gracias al paso del tiempo que el fetiche de los hombres maduros varoniles mutara hacia el porno gay. Esta vez, ya no eran chicas voluptuosas y sexys las que follaban con estos viejos, sino que chicos pasivos y lampiños cuyos culos eran destrozados por las vergas de maduros machotes y salvajes. el día a día de Diego transcurría con este porno que tanto lo excitaba, y en los veranos siguientes le fascinaba observar a su tío abuelo cada vez que podía debido a la enorme excitación que le producía el hombre. Observarlo trabajar en la casa o bebiendo vino con su abuelo eran verdaderos placeres de verano para Diego. Amaba observarle la parte visible de su trasero cuando se agachaba, y cuando ...