Sobrina caliente. El clima frío nos puso calientes
Fecha: 30/01/2018,
Categorías:
Sexo con Maduras
Incesto
Autor: Lobo Feroz, Fuente: CuentoRelatos
... momento preciso, siento que la corrida está próxima, y con un giro oportuno la elevé un poco más y se la mandé por el culo. Las piernas en mis hombros, la pija lubricada con sus jugos empujó en el hoyo, afirmado en el borde del sofá la tenía literalmente doblada en dos, mi cuerpo sobre el de ella, las piernas en medio, la poronga entrada a tope. Gemía y se debatía en vano, la penetración alucinada por la estrechez de su ano, sentía el dolor propio de la desarmonía con el miembro que horada su recto. Gemía su dolor, el tío grita su place de hacerle el culito que parece virgen. Jadeante gritó su dolor: - ¡Pará!, ¡Pará, me estás matando! Me quedé algo asustado, quieto, todo adentro, sin moverme. Se calmó, despacio me fui moviendo dentro del recto. Me duró poco el susto, la estaba culeando con vehemencia y hasta con cierta brusquedad propia de la sinrazón de la calentura. - ¡Me estás destrozando!, ¡Termina ya, por favor termina!. Después te dejo echarte otro polvo. Termina de una vez me está doliendo mucho… Nos calentamos a más no poder, ambos nos transportamos en una vibrante danza de avance y retroceso. La calentura le hizo olvidar de todo, se la tenía hasta las bolas. En una arremetida suprema le anuncié que me venía. Finalizado el último chorro de caliente semen que se escurrió dentro de su recto, la escuché gemir y agitar fuertemente, hasta pensé que había tenido un orgasmo. Al retirarme de su culito, se salía un poquito de sangre. - Has visto como me dejaste… hmmm un ...
... poco de sangre - Ya te limpio… - Dejá, me limpio sola. Por eso eso me dolía. Me estabas desvirgando el culo. La tenés muy gorda, pero qué buena estaba! No estaba acostumbrada a una “cosota” tan gorda, por eso me rompiste el culo, ¡Cabrón! - Lágrimas… - Son por lo que me hiciste doler, me dijo cuando las recogía en mis dedos. No podía interrumpirte el polvo, aunque doliera, te lo merecías, dolía pero… me gustó. - Te lo agradezco tanto. Cuánto hacía que no me daba el gustazo de hacer un culito tan estrechito como el tuyo. Qué rebuena estás. –beso la pija con ternura. Permanecimos adormilados, hasta que sus besos y caricias me despertaron. Estaba acariciándome la chota. Qué grande es, cómo me hizo doler la colita, la había usado pero con esta “cosota” me la desvirgaste. La pajeó un poco, se puso dura, la besó con deleite y fruición. - ¡Es mi turno!, -diciendo esto, abrió los labios de la concha, se ahorcajó sobre mí, de un envión se la ensartó hasta el mango. Se movía frenética, quería tragársela hasta la garganta, galopaba enloquecida empalada en el brioso corcel, queriendo llegar al final, qué entusiasmo, que fuerza ponía en su vagina para tenerlo así prisionero de tan cálido encierro. Agotada por el esfuerzo, aceleró los movimientos y en uno supremo se descargó en un orgasmo tan profundo que la dejó exánime, derrumbada encima de mí... - Papito, me la agrandaste! Le impedí salirse, y comencé a moverme en ella, una mano la asía de las caderas tirando hacia abajo, y levantando mi ...