Chica de bolsillo
Fecha: 23/02/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Ayer por la tarde compré una botella negra. Era de cristal, pero de cristal negro opaco, así que no tenía forma de saber qué había dentro hasta que llegué a mi casa. Se la compré a un niño en la playa. Era uno de esos niños pesados que montan un tenderete lleno de trastos en el suelo y ya se creen grandes empresarios. Se puso muy follonero, y además me daba lástima, así que le compré la botella por cuatrocientas pesetas. Era una botella pesada de cuello muy ancho, y pensé que para algo me serviría. Ya cuando la compré me pareció que tenía algo dentro que hacía un ruido raro. Y de camino a casa ignoré la sensación de que algo se movía dentro. Cuando llegué a casa me fui a mi cuarto a guardarla bajo mi almohada, pero no le quité el tapón hasta después de la cena. Me levanté aprisa de la mesa y dije que iba a estudiar. Soy muy fantasioso y me gusta darle teatralidad a ciertas cosas. Así que intenté darle un ambiente especial a mi cuarto. Lo dejé en penumbra, sólo con una débil lámpara, y puse cuidadosamente la botella negra sobre mi cama. Me pareció oír algo dentro, como un quejido. Abrí la botella y olisqueé el interior. Olía a viejo. La dejé en la cama y la observé, esperando que pasara no sé qué. Al poco rato salió por el cuello de la botella una chica. No tengo otra forma de decirlo. Simplemente era una chica, una chica preciosa, de larga cabellera rubia, piel desnuda brillante, que medía sólo como medio palmo. Pensé que era una especie de hada, porque de su espalda salían ...
... unas hermosas alas como de libélula, de colores brillantes, pero mustias, como una planta a la que han olvidado dar los cuidados apropiados. Me quedé inmóvil, mirando cómo la chica se arrastraba fuera de la botella y se ponía en pie en mi cama, tambaleándose. Me miró fijamente. Su rostro era maravilloso, redondito y proporcionado. Maduro a la vez que tierno, de ojos verdosos y labios redondos. Su piel despedía como pequeñas chispitas con los reflejos de la luz. - ¿Dónde estoy? -me preguntó muy seria. - Estás en mi cuarto, bueno en mi casa -contesté. - Bueno, dejémoslo para después. Ahora no importa demasiado. Tú me has sacado de la botella, ¿no? - Sí. La he comprado y estabas dentro. - Entonces te estoy eternamente agradecida. Un hombre muy malo me metió en esa botella. Era un tipo muy malo, me hacía cosas horribles. Al final, supongo que se hartó de mí y me metió ahí para olvidarme. Te debo la vida. - Tampoco tengo tanto mérito. - No, en serio, te la debo. Por aquellos momentos yo ya estaba enamorado. No me planteé si era o no real o si los demás podían verla también. Para mí era una chica de carne y hueso, y no podía dejar que le pasara nada. Le hice una pequeña casa en una caja de cartón, que poco a poco fui completando con cosas como pequeños cojines, tapetes de ganchillo, cacharrillos con agua para que se lavara... Parecía necesitar estar rodeada por la naturaleza, así que puse algunos pétalos de rosa y hojas de hierba. Puse la caja en el lugar más apartado que encontré ...