1. Yago (VI): Otra vez, el coronel


    Fecha: 10/03/2018, Categorías: Gays Grandes Relatos, Autor: dont343, Fuente: CuentoRelatos

    El capitán Salazar se despertó con un gran dolor de cabeza; y vio al cabo junto a él con la cabeza ensangrentada y sin sentido. Pero, en ese mismo instante, entró el sargento Diez, que se quedó quieto en la puerta como si hubiera visto al diablo. - ¡Pasad!, y ayudadme sargento. No os quedéis ahí parado... o, ¿es que no veis? - ¿Que pasó?, mi capitán. Salazar, no quería que el sargento supiera la verdad. - ¡Se ha mareado!. Mirad, que golpe se ha dado Cogió uno de los pañuelos que Gabriel había dejado sobre la cama, y empezó a limpiarle la sangre que tenía en el cuello y encima de la oreja. El sargento le miraba sin poder evitar que el capitán se diera cuenta de lo que llamaba su atención. - ¡Si!, ya sé lo que estáis pensando. Me lo he follado, ¡si!… … pero, no veis que culo tiene este cabrón. ¿Acaso a vos no se os antoja? El sargento, indeciso, guardó silencio. El nunca se había follado el culo de un muchacho... pero, ese culo le parecía algo extraordinario. -¡Aprovechad, ahora!. Está inconsciente; y no se va a negar, ¡sargento! El sargento, que estaba de pie junto a la puerta, tan solo acertó a cerrarla. Y todavía en el suelo, Salazar se arrimó al cabo, lo suficiente como para calzárselo y empezar a darle buenos meneos. El sargento miraba embobado. Y poco a poco, se fue calentando. - ¡Animaos, sargento!. ¡Os aseguro que no os arrepentiréis!… … ¡venid!, ¡acercaos!. Se levantó (un poco mareado) y dejó que el sargento ocupara su lugar; sorprendiéndose gratamente, cuando vio la ...
    ... herramienta que gastaba ese desgraciado. Luego, empezó a colocarse el calzón y a remeterse la camisa… ... sin dejar de contemplar el culo del sargento, mientras disfrutaba del cabo. - Menudo culo se gasta este cabrón, pensó... De pronto, Gabriel despertó; y miró hacía atrás. - ¡Ah!, sois vos, le dijo al sargento… ... ¡que bien lo hacéis!... ¡seguid, os lo ruego!… Después, miró al capitán, que le observaba atentamente, y le mantuvo la mirada, desafiante... - ¡Bueno, ya!, ¡dejadlo!. Tenemos que regresar. ¿Hay alguna novedad, sargento? El sargento lo miró con cara de “me has jodido, cabrón”, y la sacó. Se recompuso rápidamente y... - ¡No!, mi capitán. Le esperábamos para seguir con el registro en el piso superior. - ¡Muy bien!. Entonces, regresemos… Sin embargo, en la alcoba del Duque, todo estaba empezando a relajarse. La tarde había sido intensa; y ya eran casi las siete... … aunque, el Duque y su secretario, daban la impresión de no querer terminar. - No sabéis, como he disfrutado de vuestra compañía Sr. Duque, dijo Sarasola. - ¡Mmm!… moi aussie, ¡mon cheri!. Poseéis un cuegpo magavilloso. ¿No cgeéis, Etienne? - ¡Ya lo cgeo!, Sire. Muy a su pesar, el Duque se incorporó y... - ¡Bueno!, me temo que tenemos que empezag a pgepagagnos paga la cena, cogonel. - ¡Si!, será mejor que vuelva con el regimiento, antes de que se me haga tarde. El coronel, se levantó, y pidió un barreño con agua templada; necesitaba adecentarse un poco. - ¡Etienne!, encaggaos de que el cogonel esté bien ...
«1234...»