Yago (VI): Otra vez, el coronel
Fecha: 10/03/2018,
Categorías:
Gays
Grandes Relatos,
Autor: dont343, Fuente: CuentoRelatos
... exquisito seleccionando machos. Y se quedó mirando el culo del sargento Diez, mientras se retiraba. Casi inmediatamente empezaron a sonar los primeros compases de la segunda pieza de baile. Un minué. Beatriz, el Conde, Blanca y Hervé; además de otras damas, con sus respectivas parejas, ya estaban colocadas formando un pasillo, para seguir bailando... como era debido. Y otros, empezaban a tomar posiciones, dentro del salón, atendiendo a sus intereses. Por ejemplo… D. Pedro, que ya tenía su corte de divertidas damiselas, escuchando atentamente sus ocurrencias. Mientras Sarasola, intentaba localizar al desparecido capitán; poniéndose en evidencia, ante los ojos del Duque, que no le perdía de vista, y se había dado cuenta de las intenciones de Salazar. Claro que, él, también estaba poniéndose en evidencia ante los ojos del lugarteniente Clementsy; al que no dejaba de mirar con descaro, mientras bailaba con Blanca. Pero la mayoría de los invitados estaban pendientes del baile, atentos a los todos cambios; y no se daban cuenta de este tipo de cosas, Sarasola, que ya se había olvidado del capitán, apoyado en una columna, miraba a los caballeros que bailaban, disimuladamente… Y así, estuvo durante un buen rato. Hasta que, de repente, sintió unas manos que le tocaban tímidamernte; y se dio la vuelta, para ver quien tenía el atrevimiento de tocarle el culo. - ¡Ah!, sois vos... dijo, sorprendido gratamente. - ¡Disculpad coronel!, no he podido evitar la tentación. Me tenéis hechizado. ...
... Sarasola, sonrió con mucha picardía, y echándole el brazo por los hombros, se lo llevó a uno de los pasillos que bordeaban el gran salón. - Le aseguro, capitán, que nunca había sentido unas manos tan bien colocadas sobre mis posaderas… ¡jajaja! El capitán, que hasta ese momento, no sabía muy bien a que atenerse, también solto una caracajada….¡jajaja! Y tras unos pasos, alejándose del bullicio de la fiesta; casi, estaban solos. Poco a poco, fueron alejándose... en dirección a la torre. Como estaba oscureciendo, al pasar frente al cuerpo de guardia, el capitán subió la voz para que no les dieran el alto. Y luego, atravesaron la imponente puerta de madera, con cuidado de que no se la oyera demasiado. Nada mas atravesarla, y antes de subir arriba, se entregaron a un intenso magreo. - ¡Me tenéis loco!, mi coronel. Salazar le había echado mano al culo; y le estaba dando un buen masaje entre las nalgas; mientras, Sarasola sopesaba ese pollón; y le comía la boca, con ansia. - ¡Ah!, capitán. Como me gustáis… … os gustaría follarme el culo ¿verdad? - Lo ansío, impacientemente, mi coronel. Sarasola, se dio la vuelta y se apoyó en los escalones de la escalera de caracol… - ¡Ahí, lo tenéis!… ... ¡es vuestro!, capitán. Salazar le mordió esos prietos y redondos cachetes, y metió la cara entre sus piernas; buscando ese olor a macho, que tanto le gustaba. Luego, le desabrochó el calzón; y dejó que ese culo respirara. - ¡Que buen culo tenéis!… ... y ¡que bien lo vamos a pasar!, ¿verdad, mi ...