1. Yago (VI): Otra vez, el coronel


    Fecha: 10/03/2018, Categorías: Gays Grandes Relatos, Autor: dont343, Fuente: CuentoRelatos

    ... de que partís para Versailles, mañana mismo. ¿Es así?, o me equivoco, Sr. Duque. - Me temo que oui, ¡Sire!. Le pgometí al gey, que mi estancia con ¡vuestga excelencia! no llegagía a pasag de un mes. - Y, entonces... ¿ya lo teneis todo preparado? - Cgeo que si, ¡excelencia!... Y miró a su secretario que estaba a su derecha. Etienne retrocedió un poco, mirando al suelo, y dijo: - Tout est prêt, Sire (todo está preparado, Señor) Luego, empezaron a ocupar sus lugares; y Choisely se quedó de pie mirando a la puerta de entrada, pensativo… Desde el lugar que ocupaba Sarasola, junto a Blanca y Hervé, podía ver con toda claridad, la escalera en la que Salazar daba paseillos, incansablemente; mientras vigilaba a sus chicos, sin necesidad de tener que moverse demasiado. Al principio, con la charla y la gracia natural de la hija del Marqués, y los divertidos comentarios del lugarteniente, el coronel se mantuvo entretenido; disfrutando de la comida y el vino de la zona. Sin percibir, en absoluto, el interés suscitado por él en el capitán Salazar; que desde hacía rato, le miraba insistentemente... Pero, hubo un momento en que, mientras le permitía a uno de los camareros terminar con su servicio, se sintió observado. Y su curiosidad natural, quiso que, disimuladamente, mirara en todas direcciones, para ver de quien se trataba. Salazar no pudo esquivarle. Tenía los ojos clavados en él. Y terminaron encontrándose... Al capitán no le importó, en absoluto; ya que estaba perfectamente al tanto ...
    ... de sus actividades, fuera de servicio. Pero, ahora, debería hacer un segundo movimiento, para poder conseguirlo, sin llamar mucho la atención. El coronel se la ponía dura, desde que bajó de su caballo; y dejó, a la compañía, en manos del oficial de guardia. Esperó con paciencia a que la cena llegara a su fin; y antes de que sonaran los primeros compases para que empezara el baile, en honor a los enviados reales, se acercó al Marqués y le preguntó, al oído, si quería algo especial para esa noche. El Marqués, le miró de reojo, e hizo un gesto, que venía a decir que no lo había pensado todavía. Pero, entonces Salazar, haciendo una reverencia, se separó de la mesa y se dirigió a la puerta de entrada. Por supuesto, el Marqués, maestro del disimulo, observó ese movimiento; y cuando lo vio situado junto a ese sargento, recién llegado, que había colocado en la puerta principal, supo lo que quería. Levantó la cabeza y mirando al capitán, le indicó que se lo mandara. Salazar, como siempre, supo que decirle al sargento; que le hizo el correspondiente saludo militar, seguido de un sonoro taconazo, e inició la marcha, en dirección al grupo en el que se encontraba el Marqués. - ¡Su excelencia!. Me manda el capitán Salazar. - ¡Ah!, si... ¡gracias, sargento!. Con discreción, seleccione a dos de sus soldados y llévelos hasta mi alcoba. Colocadlos a ambos lados de la puerta. Y esperad a que llegue. No tardaré mucho. - ¡Como mandéis, excelencia! En opinión del Marqués, Salazar tenía un gusto ...