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Un mal día (2 de 6)
Fecha: 22/03/2024, Categorías: Confesiones Autor: SexNonVerba, Fuente: CuentoRelatos
... tirar el celular sobre la cama y me vestí con el pantalón deportivo que solía usar cuando me quedaba en casa y una remera negra. No hacía falta perder tiempo con la ropa interior. Solo había que actuar, y rápido. Volví a chequear el celular pero todavía no había respuesta. De hecho, ni siquiera lo había leído. Eran las 7.25… ¿Y si estaba durmiendo? O peor… ¿Y si ni siquiera estaba en casa? La última pregunta me hizo correr un frío helado por la espalda. —Tranquila, Vero. —Respiré profundo una, dos, tres veces… y volví a mirar el celular: Ulises no estaba en línea—. No hay tiempo. Hay que actuar —Agarré el bolso, las llaves de casa y salí del departamento. Toqué el timbre y esperé. Debajo de la letra “B”, sobre la puerta, estaba la mirilla. La observaba con atención esperando ver algún reflejo que indicara movimientos del otro lado; nada. La impaciencia me estaba abordando. Suspiré y me volví a tocar los restos de semen seco de la mejilla como para confirmar que seguían allí y que el baño no era una opción negociable. Volví a presionar el pulsador del timbre. Esta vez lo sostuve con más insistencia. Desde el palier se podía escuchar el sonido agudo de la chicharra. ¿Si estaba durmiendo? ¿Lo escucharía desde su cuarto? ¿Sería suficiente como para despertarlo? Evité pensar en la siguiente pregunta. Me colgué el bolso sobre el hombro y volví a presionar el pulsador con las dos manos, como si la mayor presión se transformara mágicamente en más decibeles. Todavía ...
... mantenía las dos manos sobre el timbre cuando mi visión se nubló. Los ojos se me llenaron de lágrimas. ¿Cuánto más tiempo iba a insistir? Liberé finalmente el pulsador y el silencio invadió el palier. ¿Y si Ulises no había pasado la noche allí? ¿Esa era mi última carta? ¿El sacrificio de estos últimos seis años dependía íntegramente de un vecino desconocido? ¿Tan frágil era todo al final? Las lágrimas se deslizaban por mis mejillas por segunda vez en la mañana… y todavía no eran las 8am. —No me puede estar pasando esto… No voy a llegar. Entonces se me ocurrió que quizás podría llamar al Sr. Iriarte para poner alguna excusa y posponer la entrevista. Eso implicaba dilapidar una imagen construida durante semanas basada en la responsabilidad, pero no había otra posibilidad. Le diría algo sobre la lluvia… Sin pensar más tanteé en los bolsillos del jogging para buscar el celular. No estaba allí. Lo había dejado olvidado sobre la cama. —¡MIERDAAA! Giré 180 grados sobre mis pies mientras orientaba la llave hacia la cerradura de casa cuando escuché el picaporte de mi vecino y el sonido de la puerta del departamento “B” abriéndose. —¿Pasó algo?— Articuló mi vecino con el esfuerzo propio de alguien que lleva mucho tiempo sin usar la voz. Cuando volví nuevamente sobre mis pies, un chico de 19 años, que parecía de 15, me observaba incrédulo desde el umbral de su departamento. Tenía los pelos rubios largos todos revueltos y vestía unos boxers negros elastizados como única ...