Esther: despedida de soltera en familia (10)
Fecha: 23/03/2024,
Categorías:
Incesto
Autor: Jane Cassey Mourin, Fuente: TodoRelatos
... los ojos llorosos, mientras me preparaba para regresar a mi cuarto, pero no dijo nada, solamente me tomó del brazo cuando estuve lista y me condujo de vuelta a mi alcoba donde, para mi sorpresa, ya se encontraban mamá, Celia, un hombre con bata blanca y otro tipo mucho más joven que llevaba algunas cosas en las manos y me miraba como si contemplara un filete especialmente jugoso.
- Buenos días, señorita Esther, soy el doctor Aurelio Barajas y este de aquí es mi ayudante y enfermero Carlos Sevilla, vamos a practicarle una prueba para comprobar que su himen siga intacto, tal y como lo marca el contrato que usted y sus familiares firmaron, así que, si es tan amable de recostarse en su cama, por favor.
Mis nervios y mi temor se dispararon de golpe mientras mamá y Celia se acercaban a mí y me tomaban cada una de un brazo, ante las miradas risueñas de los hombres que estaban en mi cuarto, cuyos ojos destellaron un brillo lascivo en cuanto mamá me arrebató la toalla que cubría mi cuerpo y quedé desnuda frente a ellos, un momento en el cual presenciaron a detalle cada centímetro de mi anatomía, sin decir nada, sin que trataran siquiera de mostrar un poco de discreción al mirar mis senos y acomodarse la verga debajo de sus pantalones ante la erección que comenzaba a pronunciarse bajo sus ropas.
Mamá y Celia me recostaron en la cama y cada una se posó a un lado de mí, tomándome de cada uno de mis brazos con más fuerza de la que era necesaria, mientras el doctor abría mis ...
... piernas ayudado por el chico que lo acompañaba, quien ademas de separar mis rodillas se tomó la libertad de acariciar mi piel mientras miraba mi vagina con una enorme y lasciva sonrisa en sus labios.
No tuve el valor para mirar lo que el doctor me hacía, solamente sentí sus dedos manoseando mi vulva sin que hubiera ninguna clase de barrera entre su piel y mi piel, sin que se hubiera tomado la molestia ponerse guantes antes de tocarme y acariciar mi clítoris con descaro, haciendo que me sintiera humillada y aterrada de lo que harían conmigo, una serie de sentimientos que solo empeoraron cuando ese hombre sacó la cabeza de entre mis piernas y con una enorme y pervertida sonrisa miró a mi madre antes de que sus ojos se posaran en los míos.
- Efectivamente, sus sospechas eran ciertas: su hija ya no es virgen - dijo el hombre mientras en el rostro del tipo que lo acompañaba se dibujaba una mirada lasciva, a la vez que sus manos apretaban con algo de fuerza una de mis piernas.
Confieso que me tardé un par de segundos en entender lo que pasaría a continuación, algo que comencé a comprender lentamente cuando las manos de mi tía y mi madre se aferraron con más fuerza a mis brazos y vi cómo aquel hombre viejo y obeso comenzaba a quitarse la ropa, sin dejar de mirarme, recorriendo mi cuerpo con los ojos hasta quedar completamente desnudo.
- Ahora es el momento de pagar por ser una puta, Esther, y créeme que lo voy a disfrutar, pequeña ramera - me dijo Celia al oído, mientras el ...