Dos pares de gemelas (18) - Relatos Eróticos

Dos pares de gemelas (18)

Mi futura casa era una maravilla, Teresa además de buen gusto, demostró que el dinero está para gastarlo, no escatimó nada y pensó en todas las posibilidades, era un ático dúplex con terraza, de dos alturas desde la que se veía el mar en una zona bastante exclusiva, habían bastantes estancias y habitaciones y se podía vivir sin estar“apelotonados”, seguramente pensó en que en un futuro, ya que el lugar era precioso, y a ella le gustaba estar en compañía familiar.

Mi prima Susa me contó que su mi madre y la abuela estaban agradecidas a Elsa por el regalo que les había hecho, también me contó que entre las invitadas estaba su compañera Ana, la depiladora, que le comentó que le había encantado la fiesta de la despedida, de paso le insinuó que cuando se sentó sobre mí, notó que ya me iba haciendo falta un repaso de depilación, sobre todo en el pubis. La miré con malicia y ella me devolvió la sonrisa, sabía lo que hicimos en mi última visita.

Una de las cosas que se me ocurrió, fue en limpiar mi casa, ante la llegada de mis padres y mi abuela cuando vinieran a la boda, yo siempre procuraba tenerla“decente”, aunque mi prima Susa la mantenía perfecta, pero conociendo a mi madre estaba seguro que le pondría faltas.

Una tarde que tuvimos mucho trabajo en la tienda bajé al despacho, casi a la hora de cerrar, quería ordenar los papeles, y detrás de mí vino Fina con el dinero de la caja, solía guardarlo en la caja fuerte hasta el día siguiente, que lo ingresaba en el ...

... banco.

En el almacén me encontré con Ángel, el aprendiz, que con el tiempo demostró ser aplicado y al decirme que ya tenía novia formal quería ganar más dinero para ir ahorrando, me pareció ideal y al haber quedado la plantilla coja, al despedirse Joaquín, me vino muy bien ampliar sus cometidos, dándole una comisión por las ventas que realizara. En ese momento estaba recogiendo las prendas que había sobre el mostrador y nos saludamos.

Al otro día quedamos que dejaríamos la limpieza para un domingo cualquiera, sin prisas, a mí me venía mejor y a ella no le importaba, mientras fuera por la mañana, para salir por la tarde con su novio.

En casa de Teresa no se hablaba de otro tema, la boda, hasta Clara ya estaba informada de todo y compartían opiniones, una noche de sábado me invitaron a cenar, Clara se ocupó de servir la mesa y luego se sentó con nosotros para hablar del asunto.

Allí salió todo, las hijas y la madre contaron sus progresos en las compras y le enseñaron a Clara las muestras. Yo miraba y aceptaba, o como mucho opinaba, para que vieran que me interesaba el tema.

Entre las varias cosas que se comentaron fue el de las Damas de Honor de la novia, Rosa en seguida se apuntó, ella sería una de las damas, y me dejaron elegir a la otra, pensé entre las opciones que tenía y me decidí por Susa, era la más idónea, era joven, guapa y elegante, como otra opción nombré a Fina pero todas se negaron, Teresa dijo que si Fina aparecía como dama, eclipsaría hasta a la novia, por ...