1. ¿Por qué a mí? Capítulo 49


    Fecha: 09/04/2024, Categorías: Gays Autor: Jesus tsukishiro, Fuente: TodoRelatos

    ... al frente.
    
    – ¿Puedo saber cómo fue el accidente de tu pierna? – Cohibido lancé la cuestión.
    
    – Pues. – Se puso nervioso, dudando.
    
    – ¿Pues? – Interrogaba curioso.
    
    – Pues, sí, sí puedes, pero es una historia muy larga con muchos detalles, creo que es mejor que te la platique en otro momento, ahorita me siento cansado. – Algo nervioso me respondía.
    
    – No debí preguntarte eso, disculpa, seguramente fue un suceso muy fuerte, de verdad disculpa. – Me apenaba con él.
    
    – No, no, nada que ver. – Me colocaba su mano en mi pierna.
    
    – Sí te platicaré eso. – Me volteaba a ver.
    
    – Está bien. – Suspiraba al verlo.
    
    No quiero verme paranoico, desconfiado o loco, pero su mirada al verme no era normal, había algo que me quería esconder o me quiere esconder, sé que debo de dejar de hacerme la víctima o encontrarle peros a las cosas, debo actuar con madurez, así que debo dejar esas ideas atrás.
    
    El resto del trayecto íbamos en silencio, me sentía incómodo y creo él también, cuando llegamos, él intento abrirme la puerta, pero fui rápido y me desabroché el cinturón y me bajé.
    
    – ¡Job, espera! – Me gritaba cojeando un poco.
    
    – ¿Sí? – Me volteaba serio.
    
    – ¿Sucede algo?, ¿Todo bien? – Me preguntó él.
    
    – Sí, sí, todo bien, digo, ambos tenemos sueño, estamos cansados y creo que lo mejor es pues irnos a descansar, tú tienes un día muy pesado mañana, bueno al rato y tendrás que dormir, así que creo nos vemos el lunes o martes, cuando estés más desocupado. – Me volteaba ...
    ... con un bostezo grande.
    
    – No, no, espera. – Me tomaba suave del brazo, se me ponía enfrente.
    
    – Es por qué no te dije sobre mi pierna y cómo la perdí, ¿verdad? – Preocupado.
    
    – No Aníbal, sólo, sólo qué. – Lo miré.
    
    En sus ojos había angustia y miedo, me sentía raro.
    
    – ¿Sólo qué? – Preguntó temblando.
    
    – Sólo que vamos muy rápido, hace unos momentos nos besamos, hicimos conexión, tenemos conexión, pero tenemos que conocernos y tratarnos bien, quieras o no, debemos ir despacio. – Le decía modulando mi tono de voz.
    
    – Sí, en eso tienes razón. – Él suspiraba y me soltaba el brazo.
    
    – Nos vemos después, trata de descansar, éxito al rato. – Le decía mostrándole una sonrisa algo fingida.
    
    – ¿No vendrás conmigo al rato? – Cuestionaba.
    
    – Lo siento, no, no es momento aún de que vaya a un evento así tan canónico con tu familia, vamos despacio, ¿quieres? – Le contesté de la forma más honesta posible.
    
    – Cómo tú digas mi niño. – Me miro dulcemente.
    
    Él trató de darme un beso, pero lo rechacé.
    
    – No Aníbal, después, ¿sí? – Le dije serio.
    
    – Bien. – Seriamente él se apartó de mí, se daba media vuelta y caminó de regreso al auto.
    
    – Pasa buena noche. – Me decía dándome la espalda.
    
    – Gracias, tú igual. – Hablé confundido sin saber si mi actitud era la correcta o no.
    
    Vamos, ustedes deben entenderme, por fijarme demasiado rápido en personas que no debía sufrí mucho, Marcelo, Fermín, Renzo, el ingeniero, de nuevo Marcelo, o sea, sean comprensibles, estoy ...