Adahí: mi nena se ha convertido en mujer (FINAL) - Relatos Eróticos

Adahí: mi nena se ha convertido en mujer (FINAL)

... coño con entusiasmo, succionando su concha de manera ruidosa y evidente, como si quisiera extraer de su coño hasta la última gota de mi leche antes de concentrar su atención en el clítoris de mi hija, provocando que Adahí se retorciera de placer, gimiendo, moviendo las caderas, aferrando sus manos al sillón con toda su fuerza y dejándose llevar por los besos de mi mujer hasta ser llevada a un orgasmo explosivo que la hizo moverse con espasmos violentos mientras Lidia no dejaba de lamerle el coño, observando con atención los gestos de mi hija desde aquel lugar entre sus piernas, sin detenerse hasta que Adahí dejó de moverse y el cuerpo de mi hija se relajó por completo.

Fue en ese momento cuando Lidia y Adahí compartieron una mirada antes de que mi mujer compusiera en sus labios una sonrisa que desconcertó de forma evidente a mi hija. Lidia se levantó con una sonrisa de triunfo en sus labios, antes de mirarme y acercarse a mí para besarme, abrazándose de mi cuerpo y pegándose a mí por completo, haciendo que sintiera sus senos en mi pecho y que una de sus piernas se colara por entre las mías para acariciar mi pene con su muslo, ante la mirada sorprendida de mi hija, quien al igual que yo, no terminaba de comprender lo que sucedía.

- ¿Nos vamos a la habitación, amor? Quiero estar a solas con mi hombre - dijo con una voz lo suficientemente alta como para que Adahí la escuchara, haciendo que mi hija compusiera en su rostro una expresión tan sorprendida como indignada, ...

... antes de que Lidia volteara a verla, con una sonrisa en sus labios, pero también con una mirada autoritaria, con la cual estaba marcando el lugar que le correspondía en nuestras vidas, una postura que dejó clara con sus posteriores palabras - ahora que soy la mujer de tu papá, esto no será lo normal, cariño, hiciste un trato con papá y vamos a hacer que lo cumplas, pero tal vez si te portas bien con nosotros, podamos hacer algunas excepciones, ¿Cierto, amor? - dijo Lidia, con un tono amable e incluso cariñoso en cierta medida, haciendo que en aquel momento las palabras que me dijo en el auto cobraran sentido, que entendiera a qué se refería con eso de apoyarla frente a mi hija; una sonrisa se dibujó en mi rostro mientras entendía lo que estaba haciendo, al igual que Adahí lo hacía, un entendimiento que la llevó a buscar en mi mirada un gesto que desaprobara lo que Lidia acababa de decir, antes de llevarse una gran decepción al escuchar mis palabras.

- Cierto, mi amor - contesté, mirando a los ojos a mi hija, dejándole en claro que, a diferencia de como ocurrían las cosas con su madre, ahora sería la autoridad de Lidia la que estaría por encima de ella en la familia que estábamos construyendo - ¿Está claro para ti, cariño? - pregunté a mi hija, con el mismo tono suave, amable y gentil que empleó Lidia, reafirmando la comunión que había entre nosotros, la complicidad que nos definiría a partir de ese momento en lo que respectaba a las decisiones que tuvieran que tomarse con ...