1. El maestro y la viuda


    Fecha: 23/04/2024, Categorías: Sexo con Maduras Autor: AlbertoXL, Fuente: TodoRelatos

    ... con mi hijo continuamente, ¿no es verdad, Jip? Pero no te preocupes, —dijo al animal— ahora le haremos trabajar, y a medida que crezca le daremos nuestra confianza.
    
    La madrastra de Moisés se sonrojó, y comenzamos a intimar. Por mi parte, yo debía hacer verdaderos esfuerzos para no fijar la mirada en la apertura de su falda, espacio escueto que apenas permitía adivinar unos muslos suaves y deliciosos. En breve, experimenté la imperiosa necesidad de descubrir que había más allá, intuyendo en mi imaginación un triángulo blanquísimo, unas bragas muy decentes al final de aquel minúsculo hueco que ensombrecía mi pensamiento.
    
    Después del café Maricruz me invitó a una copa de licor. Nos animamos y mi anfitriona encendió entonces una pequeña radio para amenizar el rato y poner sintonía a nuestra cita. Por un momento tuve la sensación de que Maricruz había olvidado mi atrevimiento en la escuela, que éste nunca había sucedido, que no le importaba o, mejor aún, que estaba encantada de que hubiera sucedido.
    
    Después de la primera copita, tomamos la segunda, y comenzábamos a bromear cuando Moisés anunció que se iba a la biblioteca. Maricruz le preguntó si había cogido la merienda, y luego le advirtió que tuviera cuidado y no se metiera en líos. Acariciaba al perrito, y su mano aún resultaba más bonita sobre el pelaje del animal. Creo que el propio Jip empezaba a darse cuenta de que su dueña estaba receptiva y de que haría mejor en hacer las paces conmigo.
    
    Después de la marcha ...
    ... del chico, Maricruz se puso misteriosa y me confesó que más de una vez Moisés le había dicho que se iba, pero luego lo había descubierto dentro de su habitación jugando con el ordenador. Razón por la que yo bromeé, asegurando que si yo fuese el muchacho, la espiaría a todas horas. Al oírme, ella replicó contando que antes tenía la costumbre de ducharse con la puerta abierta y salir del baño en ropa interior, pero que una vez había sorprendido a Moisés mirándola de un modo extraño que la había hecho sentir incómoda. Tras aquel incidente, manifestó haberse vuelto más prudente. Quizá por ello la dueña de la casa fue a comprobar que su hijo había salido realmente.
    
    Yo permanecía sentado en un sillón frente a Maricruz, que estaba ya muy animada, cuando comencé a intentar seducirla. Dejé que ella hablara mientras la miraba con buenos ojos y malas intenciones. Me descalcé de un pié y alargué la pierna tocándole una rodilla. La mujer no reaccionó, parecía no darse cuenta, motivo por el que estiré la pierna lo bastante como para que mi pie se adentrara entre sus muslos y, de pronto, Maricruz se quedó muda.
    
    El silencio fue tal, que pude escuchar su agitada respiración diluyéndolo. Su siguiente movimiento fue trascendental, ya que cerró las piernas de golpe atrapando mi pie y, tras un instante de incertidumbre, la señora prorrumpió en una sonora risotada. Me contagió su alegría y reímos los dos, divertidos.
    
    El perrito, que se había echado en su mantita tras bajarse de los brazos ...
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