1. Profesor de mis hermanas (XI: Paz en el Verdor)


    Fecha: 27/04/2024, Categorías: Incesto Autor: Nightwing1000, Fuente: TodoRelatos

    DOMINGO. DÍA 7.
    
    —Ay, cariño, ¿qué haces aquí?
    
    —¡Mamá, perdón!
    
    —Mi cielo, mírate cómo estás. Mi deber es saber que estás bien.
    
    Estaba ocultando mi erección mientras, todavía de pie, intentaba cubrirme con las sábanas de la cama de mi madre. Su ropa interior estaba aún en mis manos.
    
    Mamá lucía sumamente hermosa. No. Ya había pensado en ella como alguien hermosa, es normal entre cualquier hijo que ame a su madre. Ahora no se veía hermosa. Se veía espectacular, se veía sexy, se veía como una diosa. Tenía una cabellera larga, ondulada y castaña que todas las vecinas envidiaban. Sus ojos eran verdes como esmeraldas (a diferencia de todas sus hijas y yo, que los teníamos azules como nuestro padre). Sus labios eran gruesos y de un tono rojo ferviente. Con sus constantes viajes al extranjero, comía siempre sano, iba muchísimo al gimnasio, y por lo tanto, se mantenía en perfecta forma a pesar de haber parido a seis niños, con curvas insinuantes, un culo respingado, grande y muy deseable, y una cintura relativamente estrecha. Ahora llevaba una conjunto de lencería rojo que recordaba muy bien, pues la había visto ponérselo en el baño para sorprender a mi padre.
    
    —¡Estoy bien, mamá!
    
    —Pero ¿qué haces, cariño?
    
    —¡Nada! ¡Lo siento!
    
    —No parece ser “nada”. Parece ser que te estás haciendo una paja con mis bragas, madre mía, ¡qué chico tan malo!
    
    Mamá se acercó a mí y apartó las sábanas. Estaba desnudo frente a ella con las manos y su ropa interior encima de mi ...
    ... erección. Mamá me apartó las manos y me tomó la polla con delicadeza.
    
    —¡Mamá! —exclamé, mientras mi cerebro se debatía entre las emociones, amenazando con hacer cortocircuito.
    
    —Qué chico tan malo… No sabía que habías crecido tanto, mira como estás. Qué cosa más grande ¡y muy dura! Creo que ni siquiera tu padre tiene un pene así de bonito.
    
    —Mamá, disculpa, me siento muy mal por esto…
    
    —No hay nada de qué sentirse mal. Tienes una erección, y creo que deberías resolver ese problema antes de que te cruces con alguna de tus hermanas y le saques un ojo jiji. ¿Quieres que mueva mi mano?
    
    Ni siquiera dudé un segundo en responder.
    
    —Sí.
    
    —Eso es, cariño, relájate, disfruta mientras yo me hago cargo de todo —me dijo mientras comenzaba a hacerme una maravillosa paja, intercambiando miradas hacia mi polla con miradas hacia mis ojos. ¡Qué sexy era mi madre!
    
    —Oh, mamá, qué bien se siente.
    
    —Shhh, no digas nada, mi cielo, relájate, y deja todo salir —dijo mi madre, que empezó a besarme el torso con besos que podían considerarse una mezcla entre maternales y sexuales.
    
    —¿Qué? ¿P-puedo correrme?
    
    —¡Claro que sí, cariño! De hecho, puedes elegir a quién quieras que reciba tu corrida. Chicas, acérquense —indicó mi madre, pues mis hermanas, las cinco, ya estaban ahí en la habitación con nosotros. Por alguna razón, no me sorprendió mucho.
    
    Marisol, Marimar, Mariluz, Maripaz y Mariflor, en orden de nacimiento, en fila, completamente desnudas, como llegaron al mundo, con las ...
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