Profesor de mis hermanas (XI: Paz en el Verdor) - Relatos Eróticos

Profesor de mis hermanas (XI: Paz en el Verdor)

... preguntes cómo entré a su laptop, porque sabes perfectamente que soy capaz.

—Lo hiciste para ayudarla.

—Será una zorra, pero aún es mi hermana. Y la tuya.

—¿A las diez? Tengo clases a esa ho… ¡Está bien, está bien! ¿Qué dijiste de…? ¡No te atrevas, cerdo hijo de puta! Para que lo sepas, es mi profesor de idiomas, y es mucho más atractivo y tiene una mejor polla que tú y cualquiera de esos patéticos zánganos a los que quieres que les… ¡Espera, disculpa! Ok, hagamos un trato… Sí, ¿qué te parece si… te permito, y solo a ti… que me lo metas? Sí, lo digo en serio. Todo adentro. Pero solo tú. Y si lo hago… borrarás esas fotos. Lo digo en serio. Sí, lo que sea, soy virgen entonces, pero ¿qué dices, estás de acuerdo? Hecho. Está bien, llevaré esas putas bragas. A las 10 detrás del colegio. Ok. Adiós.

**

Mar se quedó allí un rato en silencio, después de colgar. Pude escucharla gimotear. Su cuerpo temblaba y no pude evitar sentir ternura por ella, por primera vez desde que la conocía. Luego se puso de pie, se limpió los ojos, y, sin percatarse de nuestra presencia, se alejó y desapareció entre los árboles.

—La están chantajeando.

—¿Vas a hacer algo al respecto?

—Sabes perfectamente que sí. Como dijiste, es nuestra hermana, al fin y al cabo.

—Pregunto si harás algo con esto de ponerte palote con las fotos de nuestra hermana.

Paz tenía razón. Tenía una erección enorme después de ver las selfies desnudas de Mar, con el cuerpo sensacional de Paz pegado al ...

... mío. Estábamos en una zona poco transitada, pero no era la madrugada como cuando estuve con Sol. ¡Cualquier persona podía pasar!

Paz se alejó de mí, apoyó la espalda en un árbol con una copa frondosa, bajo la sombra, arqueó la espalda y se acarició la cola de caballo mientras me miraba como si quisiera devorarme.

—Paz… espera, sé lo que…

—Así que dime. ¿Descubriste que fue Mar con la que follaste esa noche en la cocina, entonces?

No tenía sentido negarlo. Paz era la más perspicaz de la familia.

—Sí. Fue ella, pero no lo hemos hablado y ella no se sabe que yo sé que…

—Ajá. Y anoche, cuando trajiste a Sol a casa, vi que estaba muy feliz. Extremadamente feliz. Y chorreando leche entre sus piernas. Hoy dejó de seguir a Gastón en redes sociales. ¿Fuiste tú quién la hizo tan feliz?

—Sí. P-pero…

—Ajá. Y antes de eso, cuando llevaste al cine a mi hermanita pequeña, ¿te hizo algo? ¿Quizás con la boca?

—Sí… ¿Pero cómo supiste…?

—Luz no tardó ni cinco minutos en sacarle la información. A nuestra hermanita, te recuerdo. Nuestra hermanita pequeña.

—Ah. Sí. Bueno…

—Ajá. ¿Y también te la chupó Luz antes?

—...Sí.

—Ya veo. O sea que estoy perdiendo. A dos te las follaste, y las otras dos te la han chupado. Soy la única a quien no le has metido la polla en ninguna parte. ¿Podrías explicarme por qué?

La verdad no tenía una explicación. Paz era… difícil de leer. De adivinar qué pensaba. Pero ahora era algo distinto. Con ese cuerpo sensacional que tenía, ...