1. Lujuria en la reunión familiar (2)


    Fecha: 09/05/2024, Categorías: Incesto Autor: Gabriel B, Fuente: TodoRelatos

    Capítulo 2
    
    Había sucedido en un día común y corriente. Ni siquiera fue en un boliche o en un bar, en donde normalmente tengo todos mis sentidos en alerta en busca de alguna linda chica que caliente mi cama. Fue al salir de la universidad. Había sido un día muy denso, repleto de problemas matemáticos que me habían hecho doler la cabeza. La estación de subterráneo estaba a unas cuadras, pero me gustaba caminar de noche, y necesitaba relajarme después de tanto estrés. Así que me desvié del camino. La noche estaba fresca y no había mucha gente paseando por esas calles, a pesar de que estaba muy cerca de la zona céntrica. Mamá se molestaría si supiera que andaba vagando en solitario.
    
    Había una farmacia abierta sobre la calle. No pensaba comprar nada, pero hubo algo que atrajo mi atención: la chica que estaba comprando. Tenía un minivestido color crema muy ceñido. El pelo bailaba suavemente ante la brisa primaveral. La veía de perfil. Las piernas desnudas e infinitas, suaves y torneadas. Las facciones perfectas. La nariz pequeña y respingona, los labios gruesos. Los senos ni grandes ni pequeños. El tamaño ideal para su cuerpo. Todo en ella era armonía, de proporciones perfectas. Solo su trasero se escapaba de esa armonía. El cuerpo era el de una modelo, sí, pero las nalgas eran mucho más pulposas que las escuálidas mujeres de pasarela.
    
    Entonces me puse a su espalda, como esperando a que me tocara el turno de comprar. La chica de la farmacia me miró con desaprobación ...
    ... cuando notó mi lascivia. Traté de relajarme. No era la idea que la rubia se sintiera acosada por mí. Pero no pude evitar desviar los ojos hacia su trasero. El vestido estaba tan ajustado que pude ver la forma de su ropa interior en relieve.
    
    Pagó con una transferencia. Antes de irse me miró de reojo. Fue apenas unos instantes con los que me hechizó con sus ojos verdes. Sentí su perfume. No usaba mucho. Más bien parecía ponerse la cantidad justa. El aroma se elevaba por encima de otro aroma más suave. Supuse que ese segundo olor era de cremas que se impregnaba en la piel. La chica de la farmacia me miraba, enarcando las cejas.
    
    —¿Qué necesita? —preguntó.
    
    —Preservativos —dije—. Esos —agregué, señalando una cajita que se veía a través de la vidriera.
    
    La idea era que la compra fuera rápida. Mientras la empleada sacaba una caja, escuchaba los tacones de la rubia chocando contra el suelo, cada vez más alejada. La cajera me indicó el precio. Le pagué con exactitud, para evitar tener que esperar el cambio.
    
    La rubia estaba a menos de cincuenta metros. No caminaba muy rápido. Si me apuraba, podía ponerme a su lado en cuestión de segundos. Di pasos rápidos, para acortar la distancia, pero cuando estuve cerca de ella disminuí la velocidad. Por fin me puse a su lado, aspirando su sensual aroma nuevamente.
    
    Carraspeé. Pensé en decirle alguna tontería del tipo “te acompaño para que no te pase nada. Es de noche y quién sabe lo que le puede pasar a un chica como vos, que anda sola”. ...
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