1. Cornudo doble (Micro Relato)


    Fecha: 10/05/2024, Categorías: Incesto Autor: JOS LIRA, Fuente: TodoRelatos

    ... que había sido una treta ideada por madre e hija para permitir que Malik se fuera a vivir a nuestra casa. Oí esa plática por casualidad, y en ese momento exploté, abofetee a Margarita y a mi hija, y en ese preciso momento Malik, que apareció de la nada, me sacó de mi casa arrastras, como si yo fuese un muñeco de trapo y él el dueño de la casa: “¡Como regreses te juro que te desbarato la cara, reverendo cornudo!” me amenazó Malik.
    
    Pensé en la palabra mal empleada que me había dicho Malik al llamarme “cornudo”, pues se sabe que cuando una hija tiene un hombre a su lado, no hace a su padre un cornudo… eso habría sido si… Si la que me estuviera engañando fuera Margarita. Aun así, humillado y corrido de mi casa, me fui desquiciado con uno de mis hermanos, quien me acogió por unos días y me llevó con un abogado amigo suyo para que interpusiera una demanda de divorcio.
    
    El abogado me dijo que si Margarita me acusaba de abandono de hogar (aunque la realidad es que había sido echado), durante la repartición de bienes me iba a ir muy mal, así que debía volver a casa cuanto antes, o por lo menos presentar pruebas de que había sido expulsado de mi hogar, y no al revés.
    
    Tres semanas después, y decidido a divorciarme si no arreglaba la situación con mi hija y mi mujer esa noche, regresé a la que había sido mi casa durante tantos años con el firme propósito de enfrentarme a ese cabrón. Si el muy idiota se atrevía a golpearme otra vez, podría echarlo a la cárcel, según me había ...
    ... asesorado mi nuevo abogado.
    
    Aunque ni mi esposa ni mi hija me habían buscado en esas tres semanas, cosa que me había dolido, tuve la esperanza de que después de todo ellas estuvieran reconsiderando arreglar lo nuestro como familia: lo deduje porque al meter las llaves de la puerta principal me di cuenta que la chapa no había sido cambiada, cosa que me alegró.
    
    Sin embargo, me pareció extraño que todo estuviera en penumbras y casi en silencio, salvo por una orquesta de gemidos y bufidos que provenían del cuarto matrimonial donde había compartido mi vida por más de veinte años con Margarita. Me pareció indignante que mi todavía esposa les hubiera cedido a mi hija y al imbécil de Malik nuestro cuarto para sus actos de fornicio.
    
    A medida que me acercaba percibía los azotes del cabecero de la cama tan fuertes que temí que el muro se estuviera desquebrajando. Intuí que, dadas las circunstancias, mi mujer ahora se habría mudado al que había sido el cuarto de Aleida, por lo que antes de enfrentarla, decidí ponerle remedio al asunto de Malik, yendo a mi cuarto matrimonial para echarlo a la mierda.
    
    Cuál fue mi sorpresa cuando, al abrir la puerta de la habitación matrimonial, la estampa dantesca que se presentó ante mis ojos por poco me provoca un infarto.
    
    Mi esposa y mi hija yacían tumbadas en la cama matrimonial, boca arriba, flexionando sus piernas sobre sus cuerpos, pegadas la una a la otra, culo con culo, mientras sus aberturas vaginales, hinchadas y expuestas, casi se ...