Amor familiar (capitulo 3)
Fecha: 12/05/2024,
Categorías:
Dominación / BDSM,
Incesto
Autor: cleversex, Fuente: SexoSinTabues30
... arreglarlo. La maquina de coser de la abuela está en el desván, y… —dijo mi hermana mientras metía mi mano y empezaba a acariciarla el chocho. Automáticamente, arqueó la espalda y no pudo seguir hablando porque empezó a respirar profundo. Papá se levantó y rodeando la mesa la cogió de los hombros y con suavidad la tumbo sobre la mesa mientras yo seguía estimulándola la vagina. Papá empezó a besarla en la boca y cuándo llegó el primer orgasmo siguió aspirando sus gemidos. Después la giró la cabeza, se sacó la polla y se la metió en la boca. Cuándo papá se corrió, ya había alcanzado un par de orgasmos más. Después, dejamos a Marina despatarrada sobre la mesa mientras se recuperaba y nosotros seguimos organizándola la vida.
Rápidamente llegamos a un acuerdo en cuánto a horarios. Marina dormiría con papá entre semana porque se levantaba a las seis y media y ya la echaba el primer polvo de la mañana. Una hora después me levantaba yo y lo primero que hacia era ir a la cama de papá y follarla también. Después, los dos salíamos de casa. Yo hacia la universidad y ella al instituto. Cuándo regresábamos, y siempre que mi hermana no tuviera que preparar algo de los estudios, yo ya empezaba a jugar con ella. Cuándo llegaba papá se unía a los juegos. Las noches de los fines de semana y festivos eran exclusivos para mí.
Cuándo recibimos los juguetes, lo primero que hicimos fue ponerla un dilatador en el culo. Habíamos decidido que en semana santa nos íbamos a ir al pueblo y que allí ...
... la empezaríamos a penetrar, por separado y juntos. Estábamos deseando hacerla una doble penetración vaginal y anal.
Papá ya no trabajaba tanto: ahora tenía un aliciente para regresar a casa. En un par de ocasiones antes de Semana Santa fuimos al pueblo a preparar el sótano, entre otras cosas. Nuestra idea era convertirlo en una especie de sala de sado familiar, un espacio intimo y discreto dónde Marina pudiera gritar a pleno pulmón, no cómo ahora que se cortaba, y la amordazábamos por culpa de los vecinos, cuándo la aplicábamos más castigo de lo recomendable en esa situación.
Después de limpiar el sótano de todo tipo de “mierdas” que se habían ido acumulando durante años, pintamos las paredes y el techo de negro, enmoquetamos el suelo también del mismo color: queríamos que el blanco cuerpo de Marina resaltara lo más posible. También colocamos tres radiadores porque el sótano era muy frío, una cama grande de 150 cm, una mesa de masaje y un antiguo potro de gimnasia que encontramos a buen precio en wallapop y al que colocamos unas argollas en las patas de madera. En una de las vigas del techo, en el centro de la estancia, instalamos una polea eléctrica, que entonces me enteré que se llama polipasto. Marina, que asistía y ayudaba en todos los preparativos, estaba tremendamente excitada, si eso fuera posible.
—¿De ahí me vais a colgar? —preguntó tocándose el chochito mientras veía cómo instalábamos el polipasto.
—Sí mi amor, —respondió papá—. ¿Te gusta?
—¿De las ...