1. Métetelo por el culo


    Fecha: 27/05/2024, Categorías: Anal Autor: VictoriaSG, Fuente: TodoRelatos

    ... apetecibles para los chicos, así que no me costaría demasiado seducir a un hombre de esa edad en el caso de que no fuese mariquita, como solía llamarles mi padre.
    
    Quizás para otras chicas de mi edad ese no fuesen el empleo soñado, incluso les podía dar vergüenza confesar que trabajaban en un sitio así, pero yo solo con ver el escaparate me sentí como una niña en un parque de atracciones. Aunque era un mundo al que nunca me había asomado, me parecía fascinante, así que entré para hablar con ese hombre.
    
    - ¿En qué puedo ayudarte?
    
    - Hola, Gabino, soy Dana.
    
    - Por dios, ha pasado tanto tiempo que no te había reconocido.
    
    - Pues tú estás igual.
    
    - Bueno, tengo más panza y el bigote ya es casi blanco.
    
    - Te conservas fenomenal.
    
    - Me ha dicho tu padre que estás interesada en el trabajo.
    
    - Depende de lo que tengas intención de pagarme.
    
    - Igual de directa que siempre.
    
    - Así no perdemos el tiempo ninguno de los dos.
    
    - De momento solo puedo pagarte el salario mínimo.
    
    - No es lo que se dice una oferta tentadora.
    
    - Lo sé, pero es que esto no da demasiado dinero.
    
    - Puedo aceptarlo, pero con dos condiciones.
    
    - Tú dirás.
    
    - Necesito tener libertad para relacionarme con los clientes.
    
    - Me parece bien, siempre que seas educada y mires por mis intereses económicos.
    
    - Y quiero llevarme un cacharro de estos.
    
    - ¿Un vibrador?
    
    - Sí, el más grande que tengas.
    
    - Vale, pero tendrás que contarme cómo ha sido la experiencia.
    
    Fingió estar de ...
    ... broma, pero ese simple comentario rijoso fue suficiente para saber que Gabino tenía de homosexual lo mismo que yo de monja. Me venía bien tener la opción de poderlo provocar un poco para sacarle cosas, aunque sabía que tendría que tener cuidado con él y no darle pie a que confundiera mi simpatía con provocación.
    
    El lunes siguiente comencé a trabajar en la tienda. Habíamos acordado que yo abriría por la mañana y estaría sola hasta la hora de comer. Luego, por la tarde, que era cuando solían entrar más clientes, Gabino me acompañaría hasta el momento de cerrar. Me parecían demasiadas horas, pero aún era pronto para empezar a quejarme.
    
    Pocos días me bastaron para entender por qué ese hombre me pagaba una miseria. No es que no entrara gente, pero el número de clientes me parecía insuficiente para que pudiera mantener el negocio activo. La mayoría de las personas entraban solo a curiosear y nunca se llevaban nada, por mucho que yo tratara de incitarlas con mis bromas habituales.
    
    Tal y como Gabino me había advertido, lo que sí ocurría con frecuencia era que entrase gente a protestar por la mala imagen que dábamos del barrio. Mi jefe se molestaba mucho cuando eso ocurría, pero yo me lo tomaba siempre con humor. De hecho, estuve a punto de venderle un consolador a una señora que dijo que nos iba a denunciar por escándalo.
    
    - Hay personas que están muy amargadas.
    
    - Por eso es necesario que vendamos estos productos, Gabino.
    
    - ¿Lo dices por experiencia personal?
    
    - ¿A ...
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