Capricho del destino
Fecha: 31/05/2024,
Categorías:
Gays
Autor: DiegoBleu, Fuente: TodoRelatos
... pinche calentón y fastidiado hasta la madre. Estaba un poco harto de no tener un picadero como el pinche Tato, de tener que andar pidiendo favores y de tener que coger en rameríos. No me apetecía quedarme más ahí, me monté a la chatarra que usaba como motocicleta y arranqué de vuelta a casa. Mi melena al aire y el viento en mi rostro me aislaba de las bocinas furiosas de los automóviles que iba sorteando dejándolos atrás. Esta no era ni la vida que esperaba tener a los 27 años. No la había tenido fácil desde luego, pero era una putada seguir así.
Así, con la mente revuelta entré a la casa. Justo en la sala estaba mi madre quien de inmediato comenzó a disparar sus reclamos ya habituales. “Tarde y tomado, así fueras bueno para apoyar en la casa”.
-Sinceramente madre, agradezca que no le seguí con los compas que si no llegaba mañana. Me atreví a responder con una sonrisa irónica, lo único que quería era tumbarme en mi cama y dormir todo el día. Quería paz sin embargo no la conseguí.
-Andando de mayate, seguramente. Si no creas que no me doy cuenta, vergüenza debería darte venir a dormir aquí después de revolcarte con no sé quién.
El escalofrío me recorrió el cuerpo entero, no tener por qué sospechar nada… El miedo se convirtió en ira.
-A usted eso no le importa, no es su vida. No es mi culpa que desde que la dejó mi padre ya no tenga qué hacer y ande buscando amargar a los demás-. Grité y subí las escaleras mientras ella me maldecía y me arrojaba un vaso de ...
... vidrio seguido del viejo florero.
No me arrepentía, tenía ganas de decirlo desde hace mucho, no era justa para mí esta carga.
Apenas tenía unos 9 o 10 años cuando ocurrió, se largó con una mujer más joven de la ciudad en la que trabajaba, la había embarazado y se fue dejándonos a nuestra suerte. Lo odiaba por lo que hizo, pero imagino que mi madre odió más el tener que ver cómo me convertía en él frente a ella. No importó que me mantuviera libre de vello facial para evitar la barba cerrada que tanto le llegó a gustar, pues mis marcadas cejas negras, así como mi nariz recta, cuello definido y mandíbula cuadrada significaban dolorosos recuerdos de un hombre que ya no estaba. Una mirada aceitunada, que sería normalmente el orgullo de toda madre, para ella era una puñalada seca dada a traición. “Te cargué 9 meses para que terminaras pareciéndote a ese infeliz”.
Azoté la puerta de mi cuarto y me dejé caer sobre el sillón. Mientras veía la luna a través de mi ventana vi cuán claro era. Mi destino no era continuar aquí.
Parte II.
Haberme largado de aquel sucio pueblucho era lo mejor que había podido hacer. Si no lo hice antes fue por falta de huevos, claro está. Pero ya no más, llegué hace dos meses a la capital de mi estado y aunque las cosas empezaron reguleras mi ánimo no decayó. Tuve que vender mi vieja motocicleta, pedir dinero prestado a cuanto conocido aceptara e incluso durante mis primeras semanas en la ciudad, tuve que recurrir al viejo oficio follándome a ...