Jamal de carne y hueso. Amaya - Relatos Eróticos

Jamal de carne y hueso. Amaya

... habíamos puesto nuestras mejores galas en previsión de lo que estaba pasando. Que nos llevaran a las zonas más pijas de Madrid a tomar copas.

A eso de las tres de la madrugada, cambiamos de ambiente y nos fuimos a la discoteca Kapital. Una de las discotecas más conocidas y lujosas de España.

También allí eran conocidos nuestros anfitriones y nada más verlos, los de seguridad abrieron el cordón de seda roja que da paso al hall de la discoteca, ni siquiera hacían cola.

—Jamal. Somos amigos del dueño, coincidí en la universidad con él. Y siempre que venimos, pasa a saludarnos y nos tomamos algo juntos.— Me dijo Paco.

—Vaya nivel paco. Qué sitios más elegantes. Yo trabajo de camarero en un Beach club en Marbella. En el mejor garito de puerto Banús y estoy acostumbrado a este nivel. Pero estoy gratamente sorprendido.

—Salimos de vez en cuando a tomar unas copas y venimos a saludar a mi amigo.

El interior del club, que antaño había sido un teatro, era espectacular, las plateas habían sido convertidas en zonas VIP y la parte del patio de butacas, era la pista de baile. Música House mezclada con temas actuales y remixes de temas clásicos, hacían que la gente, a esas horas ya, bailase desenfrenada. Fuimos directos a uno de esos apartados VIP. Ya lo habían reservado por la tarde, a sabiendas de que la noche sería larga.

—Esto es la caña, Amaya.— Dijo Ana gritando—. Venga chicos, alegriaaaaa.— Se le notaba muy animada.

—Jajajajjaja. Me encanta venir aquí.— ...

... Apuntó Paco—. Me siento como en casa.

El ambiente desinhibido y las copas se habían adueñado de todos a esas horas. Incluso de mí, que aún sin probar el alcohol, estaba más que metido en el ambiente de fiesta que allí había.

—Vamos a bailar Jamal.— Me dijo Victoria.

—¿Victoria o Vicky? Como quieres que te llame?— Le pregunté a ese ángel, con cuerpo de diosa del Olimpo.

—Por ser tú. Me puedes llamar Vicky. Me puedes llamar como quieras.— Me dijo al oído mientras me mordía el lóbulo de la oreja.

Mi polla dio un respingo y mi mano fue automáticamente a su cintura, estrechándola mientras mis caderas empezaban a moverse al son de la música, empezando a bailar de una manera muy sensual, casi escandalosa.

Con el rabillo de ojo pude ver cómo Amaya y Ana nos miraban y cuchicheaban, mientras Paco hablaba con el camarero para pedir las bebidas mientras nos miraba esbozando una sonrisa de medio lado. Parece que a Paco le divertía nuestro juego

—Jamal ojo con las manos, que luego van al pan.— Dijo mientras se reía, estando bajo los efectos del alcohol como estaba.

—Pero como está tu chico, ehhhh, Ana. Vaya macizo.— Dijo Amaya al oído de su cliente y amiga.

—Que se lo digan a tu hija, que le está dando un buen repaso.— Contestó mi novia-amiga, sonriendo.

Así estuvimos hasta las cinco de la madrugada. Entretanto, a eso de las cuatro, o algo así, pasó a saludarnos el dueño de la discoteca. Tenía la misma edad que Paco, pero estaba mucho más cuidado. Alto, con el pelo ...