Jamal de carne y hueso. Amaya - Relatos Eróticos

Jamal de carne y hueso. Amaya

... morbo dieron paso a cierta tensión sexual que se respiraba en el ambiente.

—Ana, que Victoria dice que le gustaría vernos follar.— Dije yo en voz alta para que las dos me oyesen.

—¿Cómo?.— Me dijo Ana con los ojos como platos.

Vicky se tapó los ojos y mirando a Ana le dijo:

—Es que os he visto besaros y he pensado que debéis follar muy bien. Tengo un amigo especial, que juntos somos pareja liberal. Somos muy exhibicionistas y voayeurs. Y viéndoos así, me pregunto si no os gustaría que los cuatro compartiéramos cama.

Ana hizo como que se escandalizaba, muy teatralmente, mientras me miraba con ojos de puro vicio.

—¿Quieres que hagamos un intercambio?— Le preguntó.

—Me encantaría, puedo llamar a mi amigo, y en menos de una hora juntarnos todos.

—Pero… tú haces intercambios?— Preguntó Ana, como si no se creyera lo que estaba oyendo.

—Soy una mujer liberal. En el ambiente, voy acompañada por mi amigo Cristian, los dos somos bisexuales y solo nos relacionamos con parejas. Con chicas y chicos solos, no. Estamos experimentando cosas nuevas. Somos muy mirones y nos encanta excitarnos viendo a otras parejas mientras follan. Después, si nos gustan, intercámbianos con ellos y acabamos la faena con la otra parte.

Yo me quedé sin palabras, pero después de mis escarceos y mi experiencia en tríos con mis queridas diosas nórdicas, nada me sorprendía ya, no me desagradaba lo más mínimo poder ...

... tener a Vicky en mi cama. Aunque eso de ver a Ana con otro, iba a ser una sensación rara.

—A mí me parece bien un encuentro entre los cuatro. Además, creo que lo podemos pasar muy bien.— Les dije a las dos, poniendo mi mejor cara de fucker.

—Pero yo nunca he estado con una mujer, y me da cosa. No sé si me gustará. Me lo había planteado un montón de veces, pero nunca me decidí a probar.— Dijo Ana un poco indecisa.

—No te preocupes Ana, déjate llevar y si algo no te gusta me lo dices y paramos. Aun así, dudo que algo de lo que te vayamos a hacer, no te gusté.— Respondió Vicky con una sonrisa de niña mala asomando por esos carnosos labios, que nos tentaban como la serpiente del paraíso tentó a Adan y Eva.

No hubo mucho más que hablar y los tres salimos del reservado, Vicky en el medio con uno a cada lado, cogidos de la mano. Así atravesamos la pista de baile, saliendo al hall. Nos tomamos unas fotos en el fotocall para dejar constancia del momento y salimos a la calle Atocha. Ana hizo una llamada y dio la dirección del hotel, el número de habitación y le dijo a la otra parte del teléfono que estaríamos ya en faena para cuando llegara. Seguimos andando la calle Atocha, por la cual no tardamos en llegar al hotel en el que estábamos hospedados.

El siguiente relato es Vicky

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