The boy next door 1 - Relatos Eróticos

The boy next door 1

... misma forma que si hubiera engordado me lo harían saber. Supongo que ya he dejado claro que mi familia no son la compañía más agradable del mundo.

Entro al salón comedor y doy un saludo general para todo el mundo que seguro que desaprueban antes de sentarme al lado de mi hermano Eric.

Eric es seis años menor que yo y es el hijo de mi padre y su segunda mujer, así que nos veíamos una semana si y otra no, pero siempre hemos sido uña y carne. Desde que me independicé no nos vemos tanto, pero cuando nos juntamos es como si no hubiera pasado el tiempo. Ahora él es prácticamente un adolescente y creo que le empieza a hacer la misma gracia que nos sienten con los niños que me hace a mí.

Eric se acerca a mi oreja y me susurra:

—Llevan esperándote un buen rato, la abuela estaba histérica.

—Vaya, la próxima llegaré más tarde, a ver si la consigo volver loca. —Le contesto y ambos reímos en silencio. Entonces me fijo en alguien sentado entre todos mis primos segundos (de los cuales ninguno alcanza los diez años) que me llama la atención.

—Eric, ¿ese no es Guille? ¿Qué hace aquí?

—Se ve que iba a salir con sus amigos, pero le han plantado y sus padres le han medio obligado a venir.

Guille es el hijo de unos amigos de mis tíos que siempre vienen a estas cosas, los conozco desde que tengo memoria.

Eric y yo íbamos a su casa de pequeños y nos bañábamos en su piscina durante horas con Guille, recuerdo que él y yo nos hicimos muy amigos por aquel entonces. Él era un ...

... par de años mayor que yo y muchísimo más alto. Supongo que empezamos a perder el contacto cuando nos hicimos mayores y ya no acompañábamos a nuestros padres a la casa del otro, entonces él empezó a salir con sus amigos y dejo venir a las cenas de mi familia. Claro que yo no podía hacer lo mismo, porque era mi familia.

Se me hace muy raro volver a ver a Guille tantos años después. Se ha vuelto muy guapo; su pelo antes rubio y alborotado ahora es de un castaño claro y muy corto. Sus rasgos se han endurecido; tiene la mandíbula recta y el mentón marcado. También había seguido creciendo y juraría que si me pusiera a su lado me sacaría una cabeza.

Me quedo mirándolo fijamente durante unos segundos mientras Eric me explica algo de su escuela cuando Guille levanta la mirada de la mesa y se cruza con la mía, que inmediatamente desvío y finjo estar concentrado en el plato de canelones que me acaban de servir.

Hablo con mi hermano durante un rato hasta que terminamos de comer y comienza la famosa sobremesa en la que deciden incluirnos a Eric y a mí. Y también a Guille.

—Pues a mí Guille le ha salido un trabajo de mecánico en el taller del padre de un amigo suyo. ¿Verdad, cariño? —Dice su madre, María, y lo mira medio obligándole a participar en la conversación.

—¿Eh...? Ah, si, el taller, no está mal. —Su voz se ha vuelto grave y ronca desde la última vez que lo vi, grave de verdad, no como la de esos tíos que la fuerzan para parecer más machos.

Su madre asiente poco ...