Un mal día (3 de 6)
Fecha: 05/08/2024,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: SexNonVerba, Fuente: CuentoRelatos
... perverso de colocar una cámara escondida dentro del inodoro? Además, el pendejo tenía las grabaciones de todo. Allí se veía mi cuerpo desnudo, pero también se veía perfectamente mi cara. Hoy, sin falta, iba a tener que hablar seriamente con él… Además, el muy imbécil me había dejado con lo puesto, fuera de mi casa, sin celular, ni auto, ni documentos; sin dinero, sin nada… Y en el día más importante de mi vida.
—Matarlo es poco. —Sentencié en voz alta mientras conducía. La frase sonó con extrema dureza y quedó flotando en el aire dentro del vehículo cerrado. Quedó resonando en mi cabeza como un eco… Hasta que empezó a sonarme extraña…
¿De verdad? ¿Podía culpar de toda lo que me estaba pasando aquella mañana a un pibe de 19 años? ¿A un vecino desconocido que me había ofrecido su casa y su baño en un momento de desesperación? Eso sí, con un precio: espiarme; hurgar en mi intimidad. Pero al que después yo decidí (¿como castigo? ¿como resarcimiento?) robarle el auto, así, sin más. ¿Quién había mandado a un desconocido, solo, a hurgar en mi casa? ¿A buscar, nada más ni nada menos, que mi ropa interior? ¿No había abusado yo también de su confianza? ¿Quién se había metido sin permiso a hurgar en su cuarto, en su computadora personal?
—Mi futuro dependía de ello. —me justifiqué en voz alta, y agregué—: Y también todos los esfuerzos del pasado. Pero nada de todo eso lo justifica...
Me había espiado y me había grabado, y eso era horrible. Pero la pregunta de fondo seguía ...
... sin respuesta: Si lo de GlobaliaTech terminaba mal, ¿podía culpar de todo a mi vecino?
¿Qué hubiese pasado, por ejemplo, si me hubiese resistido a la conducta abusiva de Emiliano de aquella mañana? Si en lugar de haberle permitido cogerme mientras todavía estaba dormida, lo hubiese quitado de un empujón… Si en lugar de haber hecho la vista gorda, le hubiese hecho el desplante que se merecía… ¿Qué hubiese pasado aquella mañana? Podría haber saltado de la cama, furiosa, y haberme metido yo a la ducha antes que él. Temprano aun había agua. Pero en lugar de eso lo dejé continuar. Me cogió como a una muñeca de goma, me humilló vaciando su semilla sobre mí cuerpo y se fue sonriendo. Yo decidí seguir durmiendo, como si nada, sintiendo piedad de mí misma y justificando mi conveniente sumisión.
Aquella mañana también podría haber sido diferente si tan solo hubiese optado por imponer mis condiciones para el sexo. Incluso podría haber tenido mi propio orgasmo y, hasta quizás nos hubiésemos duchado juntos luego. Pero preferí someterme a su deseo. Jugar, como siempre, a ser su nena obediente. Opté por negar, una vez más, que Emiliano siempre me trató como a una pendejita inexperta. Una boluda que siempre está disponible para atender sus caprichos. Cuando alardeaba delante de sus amigos médicos que “se estaba garchando a una pibita que parecía una modelo”, “que había sido la reina de la vendimia”; y me lo contaba, y yo se lo festejaba y me reía con él. Cuando me pedía que me vistiera ...