Andrea, secretaria y amante
Fecha: 21/03/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Cuando la contraté, no despertó en mí el deseo sexual que logró meses después. Esto se debió a que entre tanta emoción de la oficina nueva, mi atención se centraba más a obtener grandes clientes para la firma. Sin embargo, aquél día que la entrevisté para ser contratada, no dejé de admirar su cuerpo bien formado pero con unas libritas de más y su rostro angelical. Por cinco meses la relación con ella fue profesional. Pero eso no impidió a que admirara su belleza día a día. Como una gran ayuda que fue para mí al inicio de la firma, la confianza fue creciendo poco a poco, hasta el punto de que la llamaba para que viera las fotos porno que me enviaba un amigo por Internet. Un buen día, mientras discutíamos asuntos de la oficina, me daba cuenta que se le quedaba viendo al bulto que formaba mi polla en el pantalón. Le hablaba, subía su mirada hacia mí y luego nuevamente la bajaba a la polla. No quise decirle nada para no interrumpir el placer que posiblemente eso le despertaba a ella y yo no quería que dejara de verla. Tan es así, que abrí mis piernas un poco más para que ella tuviera una mejor vista de lo que tanto deseaba. Ese momento para mí fue el que hizo que no la viera más con ojos profesionales, y a que empezara a volarme la paja sólo en recordar ese momento y a imaginarme el deseo y los jugos que posiblemente segregó en su vagina. Nada lento, a los días siguientes empecé a crear un ambiente de confianza entre los dos, más del que teníamos. Comencé por darle masajes en ...
... la espalda, a hacerle cosquillas en la cintura pero a la vez tratando de tocar aquellas grandes tetas. Ella respondía a estos juegos sexuales de manera complaciente, le gustaba, nunca se negaba a seguir la corriente de ellos. Para mi sorpresa, meses más tarde Andrea ingresó al gimnasio, poniéndose más buena de lo que estaba. Se miraba que centraba todo el esfuerzo del gym en los glúteos, pecho, pierna... bueno, prácticamente en todo su cuerpo. Un martes, aun lo recuerdo con gusto, después de almuerzo me fui a hablar al cubículo con ella, y como siempre, fijaba su mirada en mi polla, pero esta vez miraba la lujuria emanar de aquellos ojos café. De repente me dijo: -"Que bonita su camisa, Licenciado". A lo que respondí con un gracias y que si le gustaba, que me la podía pedir prestada. Respondiéndome ella inmediatamente: -"Préstemela ahorita". Yo, siguiendo un juego sexual, le dije: -"Si la quieres, quítamela". Para mi sorpesa, esa mujer escultural se levanta de su silla y me agarra la camisa y me la tira fuera de los pantalones con tremenda fuerza, aprovechando a desabotonarme la camisa con un tirón de sus manos. Se pone en cuclillas y comienza a desabotonarme el pantalón. Mi corazón latía más fuerte cada vez. Al ir desabrochándome el pantalón, su mirada estaba clavada en los ojos como diciéndome "ahora si te voy a hacer mierda tu polla con placer y lujuria". Me bajó los pantalones y se le quedó viendo a mi polla, cuando salió un gesto de satisfacción de su boca junto con un ...