Con el hermano de mi marido
Fecha: 07/09/2024,
Categorías:
Confesiones
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... emocional, Andrés, y me han dado ganas de llorar por la noticia del infarto de tu abuela —los pliegues de mi vagina estaban siendo absorbidos por la boca de mi cuñado para luego soltarlos; los aspiraba y luego los soltaba, produciéndome un cosquilleo infernal—. Intento hacerme la fuerte… estoy tan… tristeeee. ¡Haaaa!
En ese momento la lengua de Carlo masajeaba mi clítoris con maravillosa destreza.
—Valoro mucho tu preocupación, Penélope —me favoreció mi marido, mientras mi cuñado estiraba uno de sus brazos para amasarme una de mis redondas y enormes mamas escondidas por arriba de mi blusa rosada.
La estrujaba con fuerza, y estuve a punto de lanzar otro gemido.
—Mira, Penny —me dijo Andrés—. Sé que mi abuela no te ha tratado bien desde que nos casamos, hace diez años, por eso valoro que ahora también te muestres afectada. Eso habla de tu buen corazón.
En medio de las chupadas a mi clítoris, puse el móvil sobre la curva de mi seno libre, que gracias a su enormidad el teléfono se pudo sostener, con el propósito de coger de los pelos a mi perverso cuñado para ahogarlo con más fuerza en el interior de mi rajita caliente, pues sentía una picazón tan intensa que me era inevitable no dejar de chorrear y sentir su lengua y su barba dentro.
—Mi amor, necesito que me hagas un favor —me dijo de pronto mi marido.
—Síii, siiii… —dije cuando los gruesos dedos de Joan Carlo comenzaron a hacer lo suyo, y se hundieron lentamente dentro de mi coñito mojado.
—¿Todavía ...
... estás en casa de Lucía? —quiso saber, preguntándome por mi amigo transexual que se hacía llamar Lucía, con el que se suponía que estaba en ese momento.
—Oh… sí… síiiii —Cuando Joan Carlo sacó sus dedos empapados de mi vagina abrí la boca, saqué la lengua, y con un gesto de deseo y hambre le pedí que me los diera a chupar. Al meterlos en mi boca pude saborear mis propios fluidos, lo que me puso más cachonda que antes.
El rostro de mi cuñado era de verdadera fruición.
—Muy bien —continuó Andrés por la bocina—; entonces quiero pensar que te queda de paso el apartamento de Joan Carlo. —Al pronunciar el nombre de mi amante, que me tenía con las piernas abiertas y empapada, mi corazón se agitó—: pues vive por la misma avenida. Necesito que vayas y lo busques para informarle lo que ha pasado con la abuela Conchi. Le he estado llamando y llamando al muy cabrón y como es costumbre el muy idiota nada que me recibe la llamada.
Joan Carlo levantó las cejas al escuchar a su hermano quejándose de él. Sacó los dedos de mi boca y los metió a la suya, para impregnarlos de saliva y volverlos a encajar dentro de mi coño.
—Estará ocupado… —le dije hiperventilando, sintiendo un calor bastante intenso entre mis piernas.
Lo cierto es que su hermano sí que estaba ocupado, en ese preciso instante me tenía a su disposición como un auténtica fulana.
—No me hagas reír —se enojó Andrés, y Carlo reiniciaba un dedeo en mi sexo, logrando escucharse un chapoteo que me terminó por excitar—. ...