1. Volver siempre al incesto con mi madre


    Fecha: 11/09/2024, Categorías: Incesto Autor: MORADO SUBIDO, Fuente: CuentoRelatos

    Creo que muchos de estos relatos pueden ser solo fantasías, pero hay muchos que dejan entrever la veracidad del incesto entre madre e hijo. Si bien esa fantasía se recrea entre miradas, provoca al mismo tiempo el ambiente, ese que podemos compartir con nuestra madre. Ello desata el instante del placer, cuando —en mi caso— mi madre también lo provoca, lo busca y lo concreta. Nos gusta con Laura o “Xochi” (el sobrenombre mi madre), leer estos relatos y recrear nuestro sexo en el placer de recordar nuestras aventuras y por ello, las volvemos a repetir.
    
    Como todos los viernes yo salía temprano de la facultad donde cursaba ingeniería, cuando mientras dejaba en su casa a mi novia Rosana después de esa clase, me sonó el teléfono móvil, —era mi madre—, que todavía en su estudio me pedía que la pasara a buscar, dado que se le había hecho tarde con un proyecto. Por supuesto, que siendo las nueve de la noche, me dirigí a su estudio. Le avisé que estaba llegando, cuando la veo en el hall del edifico con sus impecable y sensual figura, pantalón blanco ajustado a sus caderas, montada sobre unos tacos de igual color y una camisola también blanca; pero no estaba sola, un “tipo” mucho más joven estaba conversando junto a ella.
    
    Cuando le hice señas desde el auto, ví que mi madre levantando la mano, me saluda, mientras que con la otra tomó la cara del “flaco” y le dio un pico rápido en los labios, este le pasó su mano por la cintura a mi madre y le respondió con un “nos vemos arqui”. ...
    ... Algo pasó en ese momento, porque mi madre subió acalorada al auto y me dio otro “beso piquito” en la boca, yo me mordí provocativamente los labios y se lo dejé entrever.
    
    —Ese pendejo me quiere coger. —me dijo, mientras aceleré por Av. del Libertador—, me la quedé mirando cuando nos detuvimos en un semáforo y debajo de esa camisa, sus pezones marcaron una fuerte excitación, la que nada podía disimular. Trate de ocultar también que me había calentado la escena; ella toda de blanco, pantalón ajustado partiendo su pubis y dibujando sus curvas al caminar, con sus casi cincuenta años, era una ninfa morena en el cielo de los placeres.
    
    Yo no tenía ganas de llegar a casa, así que empecé a dar vueltas por la Av. Costanera más allá del aeroparque, donde las luces son más cómplices de la noche que de aquello que sucede frente al río. Detuve el auto y con ese aroma a brisa que tenía la noche le dije que bajáramos a tomar un poco de aire… Mi idea resultó. Mi madre bajó del auto y mientras yo la miraba, ella se fue acercando hacia la orilla, me excite otra vez, al verle esa cola dibujada en su pantalón blanco… Se detuvo y se apoyó sobre la baranda, yo me fui acercando y abrazándola por detrás, le dejé sentir mi erección. No tenía la menor idea de cómo reaccionaría. Ella me beso las manos con las que había abrazado su cuello y refregando su cabellera sobre mis brazos, me murmuró —hace mucho que no estamos juntos. Me apoyé aún más sobre su cola cuando ella desabrochó su pantalón y fui ...
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