Volver siempre al incesto con mi madre
Fecha: 11/09/2024,
Categorías:
Incesto
Autor: MORADO SUBIDO, Fuente: CuentoRelatos
... a mis instintos y aún más, se erectaba mi sexo en su boca.
Sus ojos verdes se alzaban, se abrían y se confundían con los míos en una mirada lasciva, sus aureolas naranjadas con esos pezones rígidos, cada vez me parecían más bellos y más grandes. —Ella, puta como ninguna, sabe masturbarme con su boca, hasta que mi semen escurriéndose por sus labios provocan su ahogo. Sus manos acariciando y separando mis glúteos dejaban que sus delicados dedos jugaran con mi esfínter y eso era el placer que desataba más lujuria. ¿Cómo no amarla?, ¿cómo no desearla?, ¿cómo no ser su amante y su cómplice a la vez? si ella elevó el placer hasta el incesto, incomparable morbo que no encontré en otras.
No hubo tiempo de alcanzar la cama, tumbados en el suelo, al menos sobre esa buena alfombra, —donde quizá otros también cogieron—, fui deslizándome sobre ella, desnudándola por completo y dejando que mi lengua y mis labios bajaran desde su boca, hasta sus pezones, sus gemidos comenzaron a provocar que sus manos arrancando mis cabellos me guiaran hasta que sus jugos, esos que, dentre sus labios comenzaron a verter orgasmos en mi boca. El tercer orgasmo fue suficiente para saber que era el momento, mi glande buscó su concha y (crease o no) jamás sentí sobre mi pija la humedad que siento cuando la voy cogiendo, cuando voy penetrando lentamente a mi madre. Ni ese juego de besos húmedos tienen el almíbar que siento en su concha, desde siempre.
El ritmo es suave, hasta que se convierte en la ...
... locura de llevar sus piernas sobre mis hombros y penetrarla tanto, hasta que acabo dentro de su vientre sin despegar nuestras miradas. El primer “polvo” siempre es el más rápidos y dejé vacías mis pelotas de tanto semen, que me quedé tumbado sobre ella, mientras aún nos seguíamos comiendo la boca, la calentura se sentía latir en esa química de estar unidos por nuestros sexos, por los besuqueos desesperados en los labios y por las caricias que mi madre aún me daba sobre mis cabellos bajando por mi espalda. ¡No queríamos o no podíamos despegarnos!, yo seguía latiendo dentro de ella, liberando todo mi esperma apretándome aún más contra su pubis, ni una gota debía chorearse, ¡Todo dentro de ella!
Mientras yo me incorporaba ella se arrodilló delante de mí y llevó el resto de mi erección a sus labios, mientas me masturbaba lamía mi glande como limpiando hasta la última gota de semen que quizá con sus mismos flujos fueron a parar a su garganta. Se levantó del suelo y meneando sus caderas se introdujo en la ducha, detrás de aquella mampara fumé su cuerpo era aquella misma ninfa que me había seducido y cogido en aquel verano en Cabo Frío. Era mi madre, esa ninfómana volvía a ser mi placer.
Me higienicé sobre el lavabo y me tumbé boca abajo en la cama, perdí la noción del tiempo cuando sentí que ella gateando sobre esa cama, se acercaba entre mis piernas, sus lolas con sus pezones rozaron mis piernas, cuando sus manos separaron mis muslos y su lengua comenzó a acariciar mi esfínter, ...