1. Volver siempre al incesto con mi madre


    Fecha: 11/09/2024, Categorías: Incesto Autor: MORADO SUBIDO, Fuente: CuentoRelatos

    ... solo tuve el impulso de levantar hacia su boca mi cadera y colocar debajo de mí una almohada y la dejé jugar, lamer y penetrarme; ese tiempo fue el suficiente para volver a estar erecto, mi pija crecía mientras la frotaba en esa almohada sintiendo que la lengua de mi madre me mojaba y dejaba correr su saliva por mis testículos.
    
    —¿Te gusta Richard?
    
    —No pares putita…
    
    —¿Putita yo?... me parece que encontré otro putito o un bisexual esta noche.
    
    Pero sonó su celular, rompiendo esa magia de incesto y de erotismo.
    
    —Es tu padre… —mirándome a los ojos— ¿Qué le digo?
    
    —Que te acabo de pasar a buscar por el estudio y que pensamos irnos para Pilar. No se me ocurrió más que la verdad. Fue lo que le dijo, cuando escuché del otro lado del celular de mi madre, que mi padre le consentía la decisión y que él iría para Pilar mañana sábado por la tarde. Ah… y que yo tuviera cuidado al conducir.
    
    Cuando cortó, le hice apagar el teléfono para asegurarme que la llamada había terminado y con mi celular comencé a tomarle fotos, necesitaba inmortalizar la desnudez de mi madre, sus casi cincuenta años con esas lolas que se apoyaron sobre mi pecho estallando y dejándome sentir la dureza de sus pezones. Acaricié su espalda llena de pecas hasta que subí a su cabellera y ahora ella yo que la despeinaba. La empujé y le di un par de “sopapos” para enrojecerle las mejillas, dejándola caer hasta que se apoyara sobre la pared, cuando me mostró un par de lágrimas, —así, así me gusta— dijo ...
    ... cerrando esos ojos verdes. Me arrodillé delante de ella y mis labios encontraron otra vez su clítoris, yo quería ir más allá, quería que gritara y que no solo acabara otra vez en mi boca, sino que pretendí que me mojará toda la cara con sus flujos, mi lengua desparramó tanto sus flujos que mi cara era un mar con sus aromas y restos de mi semen que chorreaban por su pierna.
    
    —No aguanto más, —gritó y se dejó caer en la cama; esta vez era ella la que estaba boca abajo con su colita hacia mi erección que deseaba penetrarla y como dijo mi padre “con cuidado”.
    
    —Quiero esa colita, —le dije, mientras me acercaba detrás de ella, le hice sentir mi erección por sus piernas—. ¿Cuánto hace que te hicieron la colita por última vez, putita?
    
    —Hace dos días en el gimnasio, —me contestó—, una pija enorme, el nuevo profesor de “aqua gim”.
    
    Me encantaba que me contará sus aventuras, me excitaban y me excitan todavía cuando las recreamos. Ella se puso como un perrito, levantó su cadera, apoyó su cara en la almohada, y entre sus piernas su conchita depilada mojada de sus jugos nacarados, me obligó a volver a pasarle mi lengua, dejándole un buen chorro de saliva para lubricar también su ano, me apoyé sobre ella y dejando que mi pija latiera punteando sus labios vaginales solo le introduje mi glande, mojándome hasta subir a su esfínter, que al sentir que lo apoyaba se fue dilatando. Me enterraba otra vez en mi madre, ella gemía arañando la almohada, mordiendo las sábanas. La tomé de la ...
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