The boy next door 2 - Relatos Eróticos

The boy next door 2

No hay nada más estresante que no poder dormir sabiendo que al día siguiente te levantas pronto para ir a trabajar. Son las cuatro de la madrugada y me encuentro en la cocina en calzoncillos preparándome ya el tercer Colacao e intentando ignorar el ruido que hace la pobre cama de Guille al chocar contra la pared y los gemidos de la afortunada que tiene el placer de dormir en ella esta noche, si es que a eso se le puede llamar dormir.

Guille lleva ya casi un mes viviendo conmigo. Un par de días después de la cena de Navidad me escribió y quedamos esa misma noche para hablar del piso, del alquiler y de las condiciones que le ponía para vivir conmigo. Las normas eran claras y escasas; ayudar con las tareas de casa, respetar el espacio de cada uno y sobre todo nada de fiestas. Él lo aceptó sin rechistar y a la semana ya se estaba empezando a traer todas sus cosas. Supongo que no se me ocurrió hablar de subir chicas a casa, en parte porque en principio no suponía ningún problema para mí. Lo que yo no sabía es que Guille folla mucho, y muy tarde.

Los primeros días todo estuvo bastante tranquilo, él estaba muy ocupado con su trabajo y yo con el mío, y el tiempo que coincidíamos en casa a penas intercambiábamos algunas palabras y después nos encerrábamos cada uno en su habitación a hacer nuestras cosas. El problema fue que empezó a salir de fiesta bastante a menudo. No volvía muy tarde, pero siempre iba acompañado de alguna chica ingenua y un poco borracha que me despertaba ...

... con su risa bobalicona. Follaban hasta tarde y entre los gemidos de la chica y el chirrido de la cama me era imposible volverme a dormir.

Así que aquí me encuentro, otra noche más en vela y preguntándome si debería echarle un chorrito de "misterio" al Colacao, a ver si el alcohol me ayuda dormir. Descarto la idea absurda al momento y me lo bebo en silencio mientras rezo porque Mónica, Penélope o quien sea que se ha traído se canse pronto.

Vuelvo a mi habitación y me tumbo en la cama preguntándome por qué narices la coloqué pegada a la pared que da a la otra habitación. Podría mover la cama de sitio, pero es muy tarde y haría mucho ruido, y tampoco merece la pena, los voy a oír igualmente. Temo más por la pared, que está a tres polvos de venirse abajo como Guille no se decida a clavar su cabecero a la pared.

Cierro los ojos e intento dormir con todas mis fuerzas, pero solo me puedo concentrar en los golpes de la cama, acompañados por los gemidos de Verónica o Chelo o como se llame. Entonces me fijo en que también se oye una voz ronca y grave por debajo de todo ese ruido; Guille. A diferencia de la chica, los gemidos de él son casi un suspiro entrecortado, más delicado. Entonces me lo imagino desnudo y sudado, un poco bebido, penetrándola sin parar pero marcado él el ritmo y dominando la situación, y de repente no puedo evitar pensar en como seria estar yo en el lugar de esa chica. Imagino a Guille encima de mí besándome el cuello y casi puedo notar su respiración ...