Una relación perfecta - Relatos Eróticos

Una relación perfecta

Carol se quita seis años con su hermana. Adriana es la mayor y siempre se ha adjudicado ese rol proteccionista, como si ella, con veinticuatro aún precisara de su tutela.

Ahora los papeles parecen haberse invertido. Adriana ha sido mamá recientemente. Sólo hace cinco días que dio a luz. Los puntos aún le molestan y los derrames persisten. Por su parte, Nacho siempre está ahí, arrimando el hombro como el buen marido que es, sin escatimar esfuerzos para hacerle la vida más confortable. Su baja por paternidad favorece que pueda cuidar de ella mientras se recupera.

Carol siempre ha visto a ambos como los embajadores de la pareja perfecta, símbolos de la dicha. Un toma y daca de gozo y de ventura, y también de alguna que otra penuria, como debe ser. Así mismo, al contrario que su hermana, ella no se ve en una relación seria, con ese grado de compromiso, y mucho menos con un bebé. En todo caso, el tiempo pone a todos en su lugar, de tal manera que lo que en un momento dado parece impensable, con los años es nuestro modus vivendi. Por ahora, Carol no quiere obligaciones ni responsabilidades, eso llegará a su debido tiempo. Por lo pronto toca disfrutar de su sobrina, y por supuesto, ayudar a su hermana en lo que esté en su mano mientras esté convaleciente. Por eso ha hecho un paréntesis en sus oposiciones con el fin de pasar unos días con Adriana y echarles una mano en lo que pueda.

—Ayuda a tu hermana. Que no haga ningún esfuerzo, —reitera su madre en cada ...

... llamada.

—Sí, mamá, —contesta ella sin devoción en beneficio de que la conversación no entre en un bucle.

Adriana está cansada y dolorida, y quiere acostarse. Sentarse le molesta, caminar le tira de los puntos. Entrada la noche, es en la cama donde mejor está. Después de todos los calmantes, la somnolencia la atrapa. Los párpados le pesan y lo único que desea es echarse sabiendo que no tiene que preocuparse por si se despierta la niña, ni tampoco por preparar biberones. Su cometido es descansar y recuperarse. Así se lo hace saber Nacho y así insiste Carol.

—¿Cómo llevas las oposiciones? —pregunta Nacho después de haber acompañado a Adriana a la cama.

—Un poco saturada. Me ha venido bien hacer este paréntesis. Con ello se me despejará un poco la mente y en unos días retomaré de nuevo el temario.

—Seguro que lo consigues. Tu hermana apuesta por ello y yo también.

—Es mi hermana. ¿Qué va a decir?

—También lo digo yo.

—Tú eres mi cuñado.

—Me ha dicho Adriana que estás estudiando mucho.

—Así es. Pero hay que contar con el factor suerte y con el tribunal. No sé. Son muchas cosas.

—La suerte es la hermana gemela del trabajo duro, —le anima él.

—Gracias por los ánimos, —contesta Carol sonriendo, dando por zanjado el tema, por lo que Nacho saca otro de la palestra.

—¿Cómo vas de amores? Imagino que no tendrás suficientes manos para quitarte a tanto moscardón de encima.

—¡No te creas! No salgo mucho. Estoy centrada en las “opos”. En los últimos meses mi ...