La vida secreta de la chica buena de clase
Fecha: 26/09/2024,
Categorías:
Dominación / BDSM,
Autor: Alfasuperior, Fuente: CuentoRelatos
-¡Mirad, el clavito de Pablito, ¡qué chiquitito! ¡Jajaja!
Esas risas tuvieron un cruel eco en el instituto público. Aunque los chavales de Segundo de Bachillerato, con dieciocho años cumplidos, ya deberían estar por encima de aquellas burlas infantiles, la mayoría de ellos se rieron del pobre alumno al que iba dirigida la broma, en parte por la popularidad de quien se la había gastado y en parte porque era una víctima fácil, marginada, que no se iba a defender. Unos pocos mantuvieron una impostada cara de seriedad, y otros (otras, sobre todo) trataron de ocultar su sonrisita, pero no había duda: la chanza había caído en gracia.
El afectado, el pobre Pablo Soto, se subió los pantalones y los calzoncillos, tapando velozmente el diminuto pene que su compañero de clase había dejado al descubierto tras bajarle los calzones. Esa cosita pequeña, insignificante tanto en longitud como en grosor, había sido objeto de burlas desde que los más cafres de la clase la habían visto en los vestuarios de Educación Física. Como los pavos reales comparando sus plumas con las de otros pavos para seducir a sus hembras, los matones de la clase habían corrido a humillarlo, a hacerse grandes en comparación con su patético compañero. Y, a juzgar por los pibones con los que solían andar, funcionaba.
El pobre Pablo, además, era un blanco fácil. No destacaba en los deportes (su raquítico y pequeño físico se lo habría impedido), ni en los estudios (su cerebro frito por las redes sociales y ...
... el porno no daba para más), ni en las relaciones sociales, ni en las artes, ni en nada. Era feo, era soso, era un cobarde, era un llorón de mierda de una familia pobre. Y ahora se ocultaba en un rincón durante el recreo, tapando las lágrimas de sus ojos con el brazo.
Y ahí estaba esa risa, esa odiosa risa. Max, el tío que más le había humillado en toda su vida, hacía comentarios malsonantes mientras se dirigía a cambiarse tras la clase de gimnasia. Contempló su melena con odio, mientras se alejaba con sus colegas Javi y Jorge, y con las tías de su pandilla. Pablo se mordió los labios. ¿Cómo podía un tío como ese ser tan popular? ¿Un tipo tan sádico, tan imbécil, tan despreciable? Apretó los puños, imaginando ese paraíso soñado en mil películas donde el chico majo acababa saliendo con la chica guapa al final, donde sus talentos eran reconocidos, donde todo acababa saliendo bien y un providencial "The End" aparecía en pantalla.
Cuando vio a la chica a la que deseaba, sin embargo, quiso que la tierra se lo tragara para que no lo viera llorar. Pero, pese a todo, ver la figura de Cristina en el recreo hizo que una sonrisa tenue se dibujara en su cara.
-Eh, Pablo, ¿qué tal? ¿Quieres hablar?
Negó con la cabeza, limitándose a abrazarla. Reprimió un gemido al sentir sus tetas pequeñas pero firmes a través de su jersey verde. Su pene se irguió hasta alcanzar su máximo de nueve centímetros, algo que le avergonzó enormemente. Pero ella no se dio cuenta.
-No, gra... ...