1. Confesiones (2): Chofer


    Fecha: 04/10/2024, Categorías: Confesiones Autor: Kurosko, Fuente: CuentoRelatos

    ... rumbo, le ofrecía dejarla en algún hotel, pero ella decía que no, tampoco quise ir a un parque o sitio público porque pensé que un carro así llamaría la atención de malandros. Se la pasó mentando madres a la familia del señor y por primera vez, la escuché insultarlo. De pendejo y pocos huevos no lo bajó… hasta que se quebró.
    
    Íbamos por el libramiento y se me ocurrió tomar la carretera. Ella chillaba y gritaba mientras aventaba lo que tenía a la mano a las ventanas, eso sí, nunca dirigió su ira hacia mí. Para cuando se empezó a calmar y preguntó dónde estábamos, le dije que estábamos en la carretera y ya casi llegábamos a la siguiente ciudad. Ni se sorprendió, ni me preguntó a dónde íbamos. Llegamos al sitio que no podía sacarme de la cabeza, el mirador al que iba cuando estaba en secundaria. Me bajé y me dirigí al barandal desde donde se veían las luces de la ciudad y esperé a que ella bajara a acompañarme. Lancé un grito que me salió del pecho, como lo hacía cuando era morro y después de hacerlo unas veces más, ella se animó a hacerlo también. Éramos dos perros aullando en el cerro, pero yo sabía que aquello era lo que podría aplacarla al fin.
    
    Nos volteamos a ver y por primera vez, la escuché reírse. Le dio un ataque o algo así, porque no paró por un buen rato, se llevó las manos a la barriga y le acerqué un pañuelo para limpiarse las lágrimas y mocos. Cuando al fin recuperó la compostura, dijo que volviéramos, estuvo callada todo el trayecto, la puerta siempre se ...
    ... abría sin necesidad de detenernos y ella entró a la casa sin decir nada más.
    
    A la mañana siguiente, me presenté a la hora que se me requería siempre y esperé dentro del vehículo hasta mediodía. Ella salió con una especie de mochila de viaje y en cuanto cerró la puerta al subirse, sólo me dijo “vamos allá”. La miré por el retrovisor y antes de que pudiera preguntarle nada, me sonrió. Se me puso la piel chinita, al chile, hasta se me paró un poquito, era bien raro verla sonreír así, sin que intentara amedrentar. Nos pusimos en marcha y, de nuevo, hicimos el recorrido en silencio.
    
    Llegamos al sitio, era horrible verlo de día, no era más que un baldío. Esperé a que ella bajara, pero sólo se quedó sentada y eso me puso de nervios, no quería verla directamente, sólo veía su pie balancearse. Después de un rato, dijo que la llevara a una plaza o algo así que yo conociera en aquella ciudad, ya que ella no se ubicaba. Decidí llevarla a (…), que era la plaza más fresona, ni modo de llevarla a donde yo me paseaba de morro. Al llegar, dijo que la acompañara. Estacioné la camioneta cerca de donde estaba el guardia y le di su Sor Juana para que me la cuidara bien, en eso, la señora se agarró a mi brazo y nos pusimos a pasear. Al llegar al cine, dijo que entráramos y empezó a recargar la cabeza en mi hombro, compramos los boletos para la función que ya estaba empezando y cuando pensé en pasar a la dulcería ella me jaló para que fuéramos directo a la sala. Ni bien cruzamos la puerta sentí ...
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