Confesiones (2): Chofer
Fecha: 04/10/2024,
Categorías:
Confesiones
Autor: Kurosko, Fuente: CuentoRelatos
... que me agarró entre las piernas, como no había dejado de embarrarme las tetas todo el paseo pues ya la traía bien dura y en vez de sentarnos donde nos tocaba, fuimos a la última fila.
Esa yo ya me la sabía, así que nos llevé lo más lejos posible de las 4 o 5 personas más que había en la sala. Me senté y luego, luego me abrí el cierre, ella sólo se quedó viéndomela. Me la zangoloteé mientras veía cómo sus ojos la seguían con la mirada, subí y bajé la mano unas veces hasta que por fin se animó a agarrarla. Lo hacía muy mal, con fuerza y lentamente. Me encomendé a la Patrona y probé mi suerte al poner mi mano sobre una de sus tetas. Nos vimos, ella no se detuvo y su mirada ya no era la de esa sargento que mantenía a todos a raya, parecía una morra que no sabía qué hacer.
Agarré su mano y le mostré cómo hacer mejor la chamba mientras seguía amasando esas lolas que ya se habían salido del vestido, primero una y luego otra. Estaba haciéndolo cada vez mejor, tanto que cerré los ojos y ni bien lo hice, tuve que volver a abrirlos por lo que sentí. Su boca estaba caliente y su lengua estaba haciendo círculos sobre la punta de mi verga. La muy puta no sabía hacer chaquetas pero sabía mamarla bien rico, me vine luego, luego.
Escupió mis mecos, hizo mucho ruido y un par de cabezas giraron a vernos. Le acomodé el vestido y supe que lo mejor era irnos de esa sala en chinga. Ya en el pasillo, la vi despeinada y con la cara bien roja. Con la mano le señalé otra sala y ella asintió. ...
... También estaba casi vacía, pero había alguien en la última fila, así que nos acomodamos en medio, de nuevo, lo más lejos posible de todos los demás. Ella se abanicaba con una mano y sujetaba la mía con la otra, cuando al fin nos vimos, me echó una sonrisa nerviosa y se aseguró de que viera que abrió las piernas cuando me soltó los dedos. Al buen entendedor, pocas palabras.
Fue mi turno de devolverle el favor, ella se sobaba las tetas mientras se tapaba la boca, entendió que teníamos que guardar silencio. Cuando por fin le temblaron las piernas, me encajó las garras en el brazo y se mordió el labio, clavándome la mirada como si quisiera gritar. Cuando al fin se volvió a acomodar el vestido, la llevé de la mano y salimos de la sala, no sin recibir un chiflido del sujeto en la última fila, seguro se dio cuenta de lo que hicimos.
Ella se aferraba a mí y le temblaban las piernas al bajar los escalones. La llevé a la zona de comida y fui a llevarle una ensalada del lugar en el que yo sabía que comía a veces. Yo nomás me compré una bebida, sentí que si comía algo iba a vomitar. Al terminar de comer ella, me dijo que regresáramos a la camioneta, pero en vez de volvernos para la casa, fue indicándome por dónde me tenía que ir, siguiendo las instrucciones del GPS en su teléfono.
Terminamos frente a una casa enrome, era una puta mansión. Me dijo que estacionara frente al portón y detrás de nosotros apareció una mujer que reconocía de algunas fiestas. Bajó a saludarla y tras unas ...