Mi amiga de la oficina - completa (06 - FIN)
Fecha: 15/10/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Abel Santos, Fuente: TodoRelatos
... había ido a la oficina con mi Opel Corsa, mientras que María había utilizado el bus, como siempre. Tras el café, bajé en el ascensor y, una vez en el coche, conduje hacia la salida del parking.
Conducía despacio y dándole vueltas a la puñetera llamada. Parecía que mi novia, elKarma, o lo queputo fuera, se habían empeñado en joderme y lo habían conseguido a la perfección.
Apenas me había alejado del edificio de la empresa unos doscientos metros, cuando una moto me sobrepasó a toda velocidad.
Si no hubiera sido por el uniforme, no me habría dado cuenta de que el motero no era otro que el vigilante de nuestra oficina. Y, por si os lo estáis preguntando, os diré que estáis en lo cierto: María abrazaba fuertemente al cachitas desde el asiento trasero de la moto.
Lancé los juramentos más procaces que hayáis escuchado en vuestra vida y golpeé el volante con saña.
EPILOGO
Como en todas las experiencias que os estoy contando en esta serie de historias reales, he reflexionado bastante en lo —poco— que tuve con María.
Pero, si lo miro bien, no fue solo un polvo de una mañana de domingo. En realidad, ella me estuvo «cortejando» durante semanas, a la espera de que yo me lanzara. Y debió de pensar que aquel día era el momento propicio para conseguirme. Por ello aquel cambio de look con respecto al sábado. Se había vestido para mí de una forma espectacular.
Es decir, María había entendido por mis comentarios que había roto con mi novia y se pensó que tenía el campo ...
... libre. Me halaga pensar que tenía tanto interés en mí que aceptó humillarse cuando le pedí que bajara a pedirle al vigilante un condón para follarla, a sabiendas de que al cachitas le quedaría claro para qué lo quería.
Tuvo que pasar un mal rato la pobre. Menudo gilipollas estaba yo hecho. Aunque a veces pienso que el color rojo de sus rodillas tal vez no se debía solo al roce de éstas contra la moqueta mientras la follaba a cuatro patas. Siempre me quedará la duda, pero no puedo dejar de preguntarme si, además de regalarle las bragas, María se habría «puesto de rodillas» ante el machirulo para conseguir sacarle los condones. Si os preguntáis si no detecté sabor a sexo al besarla, os diré que me fue imposible porque María mascaba chicle de menta. Bien mirado, quizá eso es también una pista.
Y, como es normal, la intriga me corroe al pensar en lo que pudo pasar entre los dos aquella tarde después de salir de la oficina. ¿A dónde se dirigían con tanta prisa en la moto?
En fin, siempre me quedará la duda.
*
Por si queréis saber lo que pasó entre María y yo a partir del siguiente lunes, os lo resumiré en pocas líneas:
Mi compañera dejó de visitarme tan a menudo en mi mesa de trabajo como había hecho en las últimas semanas. La información que intercambiábamos comenzó a llegarme por e-mail o por teléfono. Las faldas cortísimas que lucía para enseñarme las bragas se convirtieron en vaqueros holgados y otros pantalones de lo menos sexy que podáis imaginar.
Por una ...