Las obsesiones inconfesables de mi hijo (2) - Relatos Eróticos

Las obsesiones inconfesables de mi hijo (2)

Colocando el desastre de habitación que tenía mi hijo, al ordenar los cajones encontré nuevas revistas porno que guardaba en su interior, pero mi sorpresa fue mayúscula cuando al ojearlas encontré que las cabezas de las chicas que aparecían chupando vergas y siendo folladas, habían sido cubiertas por cabezas recortadas y pegadas…….entre las que aparecían mi hermana Carmen, mi cuñada Marisa, mi vecina Raquel y ………yo misma, su madre, así como su hermana.

Está claro que había elegido fotos de los álbumes familiares y recortado las cabezas para sobreponerlas sobre esas chicas que aparecían en las revistas, en una de ellas en plena acción de lesbianismo aparecía yo chupando el coño de mi hermana. Me sentí bloqueada y estupefacta pensando en que mi hijo pudiera hacer esas cosas, oí abrir la puerta de la casa y rápidamente guarde las revistas en su sitio y saliendo de la habitación aún con el estupor encima me encontré de frente con mi hijo.

- ¿Qué tal las clases? – le pregunté aún con el asombro de lo presenciado en mi cuerpo.

- Bien, bien sin problemas mamá- me respondió aunque en su cara había un gesto de preocupación.

- Pues nadie lo diría con la cara que traes- le dije dándole un beso en la mejilla.

- He roto con Marta definitivamente- me soltó mirándome a la cara con gesto de dolor.

- Bueno cielo no te preocupes, lo mismo os arregláis y volvéis, suele pasar en muchas parejas y si no pues el mundo tampoco se acaba aquí, hay muchas chicas y eres todavía ...

... muy joven- le dije no queriendo entrometerme en las causas de la rotura.

Mi preocupación, aún así, continuaba dentro de mí dando vueltas en el porqué había fakeado fotos con las caras de sus personas más cercanas, me sentía en ciertos momentos angustiada del problema que podía tener mi hijo.

No dejaba de pensar en el momento que le ayudé intentando curar su fimosis, probablemente el verse masturbado por su propia madre le pudo impactar en su actitud, “no debía haberlo hecho, que hubiera ido al médico” era la frase que me retumbaba en mi cerebro.

Empecé a ver manchas de semen resecas en sus sábanas, incluso en las toallas del baño, pensar mi hijo se masturbaba pensando en su madre, su tía, su hermana no hacía más que agobiarme e incluso a sentirme con ansiedad. A su padre no le dije nada porque probablemente le hubiera cruzado dos tortazos y no hubiera resuelto el problema.

Un día al llegar a casa, no debió escucharme y le encontré en el salón masturbándose ante el televisor mientras veía a una presentadora famosa informando de las noticias deportivas, me quedé observándole en la puerta con la polla tiesa masajeándose y las piernas abiertas, pero lo que más me llamó la atención es cuando cogió unas bragas que reconocí como mías y envolvió su polla apuntando a la pantalla del televisor para unos instantes después disparar un chorro de leche intensa sobre la pantalla que empezó a resbalar recorriendo el cuerpo de la presentadora que informaba sobre un partido de ...