Ni tan casta ni tan puta [01]
Fecha: 23/10/2024,
Categorías:
Incesto
Autor: Reina de Picas, Fuente: TodoRelatos
... junto Andrés. La lengua de su marido era muy jugosa y traviesa, y por alguna razón Clara se sintió avergonzada.
Luego fue recostada en la cama, y lentamente su marido le abrió las piernas. Andrés le bajó sus cacheteros y Clara cerró los ojos por la vergüenza que le implicó descubrirse ante su marido echa un océano caliente.
—Estás muy mojada, Clarita.
—Lo siento, Andrés, en verdad lo siento.
—¿Te disculpas, Clarita? Si lo que estoy viendo es manjar más delicioso que nunca probé.
Al bueno de Andrés no le pasó por su cabeza en ningún momento comerle el coño con la boca, ni mucho menos darle unas dedeadas a ese encharcado agujero. Sabía que esto sería algo muy fuerte para su mujer y no pretendía incomodarla.
Se conformó con acercarse a Clara y ver las deliciosas formas de sus gajos vaginales, apenas separados por una raya vertical que se visualizaba cerradita y muy estrecha. Se notaba su virginidad. Su santidad. Jamás había entrado nada por ese tierno tesoro.
Su vulva era asalmonada, y ya abiertita por lo caliente que estaba, se le veía un túnel angosto, mojadito, rosado y con matices anaranjados.
Clara, que miraba hacia la ventana por la pena, no quiso ver el pene que le colgaba a Andrés en las piernas, cuyos quince centímetros lucían pegajosos. Él estaba muy duro, con su verga hiniesta, un tanto delgada, pero bien erecta.
Andrés jamás se imaginó que la inocente de Clarita fuera de las que gemían tan fuerte en la intimidad. Que su rajita caliente ...
... estuviera tan encharcada y cerradita. Que cuando le metió su polla por primera vez, a pesar de estar tan estrecha, el aguacero de su rajadura produjera que su verga resbalara de un solo entrón hasta donde topó su himen.
—¡Me duele, me duele, Andrés, me duele!
—Lo sé, Clarita, lo sé. Te prometo que seré cuidadoso.
Y Andrés pensó que no había nada más victorioso para un hombre que enterrar su tieso mástil dentro de una vagina tan cotizada y que nunca antes estuvo profanada por ningún otro varón.
Clara gritó al perder su virginidad, y la satisfacción de Andrés al romperle el himen se convirtió en angustia y dudas. Por cosa del destino, Clara sangró poco, y después de todo, el dolor no fue tan fuerte como imaginaba. Al parecer su himen era muy elástico, y su marido lo había hecho con suavidad.
Clarita de todos modos se estremeció en la cama y Andrés vio sus grandes tetas sacudiéndose en su pecho. Andrés se detuvo para comprobar que ya no le estuviera haciendo demasiado daño a su esposa: “ni que lo tuviera tan grande” pensó, pero al final Clarita se recuperó del estremecimiento y del escalofrío y se dejó hacer.
—¿Estás bien, Clarita? —preguntó Andrés, manteniendo su verga dentro de su panochita.
—Creo… que sí —lloriqueó su joven esposa, todavía temblando de las manos y suspirando.
—¿Sigo, entonces donde me quedé?
—Sigue, Andrés, sigue.
Dándole luz verde Andrés volvió a deslizarse de adentro hacia afuera en el coño chorreante de Clarita, y aunque él tenía ...