Ni tan casta ni tan puta [01]
Fecha: 23/10/2024,
Categorías:
Incesto
Autor: Reina de Picas, Fuente: TodoRelatos
... poca experiencia con mujeres, creyó, por la excitación de su joven esposa, que lo estaba haciendo demasiado bien.
¡“Ah” “Ah” “Ah”! empezó a berrear Clara, su Clarita, su dulce y virginal esposa, la que daba catecismos todos los sábados y pertenecía a los grupos pastorales de la parroquia del pueblo. ¡“Síiiiiiiiiiiiiiiiiiiii”!
Los grititos de placer de la dulce muchacha que siguieron a continuación despertaron a Rubén, el hermano pequeño de Andrés, y consternado por los berridos que oía de su cuñada subió con curiosidad al cuarto de los recién casados guiado por los gemidos de Clara, que se retorcía en la cama, botándole los pechos, mientras Andrés se la metía torpemente.
Quizá Andrés no fuera el mejor cogiendo, pero sabía que Clarita no renegaría dado que aquella era su primera vez cogiendo, además de que su marido hasta la fecha había sido el único hombre su vida. Tal vez por eso Clarita lo disfrutó como una loca, creyendo que ese era el sexo más rico que sentiría en toda su vida.
Qué equivocada estaba, a decir verdad.
Claro que Andrés hubiera querido que Clara se entregara un poco más en la intimidad, o que por lo menos que se dejara llevar por la calentura del momento (porque de que estaba caliente, claro que estaba caliente), pero ella, la inocente Clarita, aunque lo estaba disfrutando, no se atrevió a moverse como una prostituta ¿qué iba a pensar su marido de ella?, sino que se quedó allí tendida debajo de Andrés, con las piernas separadas, mirando hacia ...
... la ventana, y dejándose coger, con las tetas bamboleándose de arriba abajo según las embestidas que le daba su marido, hasta que éste, sin previo aviso, eyaculó dentro de ella.
—¡Dios mío! —bufó Andrés sudoroso, contento de haber cumplido con su deber conyugal.
Aunque Clara sabía que para que un hombre terminara debía de dejar su simiente dentro de ella, cuando sintió esos cálidos chisguetes ingresar dentro de su carne se sorprendió. Claro que le gustó la sensación de sentir algo tibio en su interior, pero a la vez la situación le produjo asco. Es como si un hombre la hubiera meado en la vagina, sólo que el líquido lo sintió más espeso que una orina cualquiera.
Aun así para Clara esa viscosidad invadiéndola dentro fue un aliciente para que tuviera algo parecido a un orgasmo, sin llegar a serlo, y éste hormigueo o picor se prolongó hasta que la lefa de su marido dejó de salir por la misma panochita recién estrenada.
Andrés miró los gajos de su esposa hinchados y escondidos. Por su falta de uso, seguían pegados el uno con el otro. Por la pequeña abertura de su verticalidad escapaba un ligero chisguete de leche. Después de eso cayó rendido al lado de su mujer, y ella continuó mirando hacia la ventana, preguntándose si eso era hacer el amor.
Claro que le había gustado, pero una parte dentro de su ser la advirtió de que faltaba algo más. De que ella aún tenía energía y mucho para dar. Pero no podía quejarse, porque el cura del pueblo le había dicho en su confesión ...